Un pedazo de carne

El ser humano es tan grandioso, tanto poder, inteligencia, tanto potencial, y pensar que todas estas acciones las controla un pedazo de carne, un pedazo de carne que a pesar de estar a nuestro alcance, poderlo palpar, estudiarlo en nuestro confort, hace parte de las dos cosas más incomprendidas de nuestra realidad, al lado de los secretos del cosmos, y es justamente que este sea tan complejo que nos brinda ese tan inmenso potencial, para la comprensión de nuestra existencia. ¿O puede ser que sea tan complejo que ni siquiera él sea capaz de conocerse? Pero a pesar de todo, este pedazo de carne nos ha abierto una infinidad de caminos y de posibilidades para recorrer esta vida tan efímera, pueden ser caminos de bien o de mal, lo cierto es que por cada uno de estos aspectos hemos logrado crear unos ideales estructurados a lo largo de los siglos que nos han permitido convivir de maneras optimas en las sociedades, y no solo el cerebro nos permite controlar las acciones de un ser crítico y razonable, sino que también a lo largo de los siglos ha logrado reescribir actitudes primitivas que nos gobernaban y regían nuestro día a día, como lo es el cuidado, algo que nos parece tan común, tan recurrente, pero desconocemos que este acto nos fue el método en el que el cerebro logro sobrevivir a los problemas del entorno y no solo sobrevivir sino prosperar.

 

Y fue este instinto el que nos permitió conformar sociedades en las que cada individuo de una u otra manera tenían un vínculo de protección hacia el otro, siendo este vínculo más efectivo cuando se tenía relación directa con los individuos. Pero a pesar todo, este pedazo de carne tan inmensamente complejo muchas veces no logra comprender situaciones tan evidentes en nuestro entorno, que seguramente si se ejecutaran acciones analizando cada aspecto de nuestra realidad, nuestra vida fuera más feliz, he inmensamente más rencilla. Por ejemplo si en vez de enfocarnos en crear armas para luchar contra nosotros mismos, en crear muros, en luchar por fortuna, enfocarnos en comprendernos, para de esa manera no pelear batallas innecesarias sino atacar el problema de raíz.

¿Y porque si somos seres programados para el cuidado de nuestros seres queridos y de nuestro entorno, cada día vamos acabando con ellos, como si el deseo de supervivencia ya no estuviera y primaran los deseos materiales por sobre la vida? Es cierto que cada día vamos avanzando más en la comprensión de nosotros mismos, pero aún queda un largo camino para llegar a la meta.

Emmanuel Mazo 11°1