Ponte en mis zapatos: exposición literaria

Opinión

Hoy les quiero hablar acerca de una actividad que se hizo en lengua castellana y fue "Ponte en mis zapatos"

 

 

Esta exposición en mi opinión es curiosa y creativa, ¿Quién coge unos zapatos viejos y feos y los convierte en “arte”? bueno, para quienes no saben en qué consistía esto o no fueron a ver la exposición, debíamos escribir un texto acerca de lo que pensábamos al mirar los zapatos o imaginar qué historia puede haber detrás de ella.

Muchas veces nos paramos a criticar sin ver más allá de eso tan feo o ridículo, ponerse a pensar qué historias pueden estar detrás de esos tacones altos cuyo diseño sólo lo hizo alguien con unos gustos singulares. 

Leyendo los textos de mis compañeros me sorprende bastante la creatividad y lo trágicos que pueden ser.

Esta propuesta de parte de la docente me parece muy genial, otra forma en la cual utilizar estos tacones, no en usarlos sino escribir acerca de ellos, crear toda una historia nueva alrededor de estos y convertirlo en algo bello y agradable de ver. Cuando sabes o creas una historia sobre los tacones tu perspectiva cambia y al mismo tiempo quieres hacerlo y crear nuevas cosas.

También es curioso lo que muchas personas pensaron cuando lo vieron por primera vez, la gran parte de gente creyó que solo se los pondría una trabajadora sexual, pero, ¿acaso no se lo puede poner un hombre, una mujer que trabaja en oficina, una doctora, una maestra? bueno no muchos lo cree y es normal, estamos acostumbramos a ver mujeres con profesiones como el de ser maestras usando zapatos bajos, pues estos tacones son incómodos. O hay quienes creen que se pueden cometer asesinatos con estos, pues la mayoría tenían una punta bastante pronunciada, en fin, lo que se cree de ellos son este tipo de cosas.

Muchos de estos paradigmas que giran en torno a estos tacones se vieron reflejados como ya dije en las opiniones de las personas, pero también en textos.

El caso es que esta actividad me pareció genial y espero que se sigan utilizando objetos cotidianos y que muchas veces no le prestamos atención para proponer cosas nuevas e interesantes como esta exposición.

Textos creados a partir de la exposición

Tacón de bruja 

 

¿Qué ocurre?, ¿Por qué está pasando esto?, ¿Quién será el siguiente?, esas eran algunas de las preguntas que circulaban en el año 1608 por mi pueblo, los voy a poner al corriente, las personas estaban desapareciendo, no se sabía él porque, al inicio lo hicieron unas diecinueve, luego de buscar por todos los alrededores y no encontrar rastro de ellos se comenzó a culpar a algunas personas de los pueblos cercano, de las cuales quince terminaron en juicio, pero seis de estas en la hoguera, sin pruebas justas; los sucesos pararon por un tiempo. 

Luego de dos meses sin ocurrir nada, desaparecieron dos familias, todo el mundo se llenó de pánico, algunos se comenzaron a ir y otros solo se escondían en sus casas. Tras hacer una búsqueda más intensiva, volvieron a visitar las casas que causaban mas sospechas, al llegar a una de ellas, llamaron a la puerta, al notar que estaba sola después de unos minutos de espera entraron; pero esta vez se encontraron con algo que no esperaban, los cuerpos de todas las personas desaparecidas colgadas del techo, más tarde llego la propietaria y la arrestaron. 

Luego de hacerle múltiples preguntas del como avía ocultado los cuerpos la primera vez que se entró en la casa, ella confeso que mediante brujería era muy sencillo. La llevaron a la hoguera, pero nadie se explica el cómo sus tacones no se incineraron con ella, habían quedado in tactos. Pero peor aún era el hecho de que no se podían mover de allí. 

Lo que ellos no saben es que ella no murió allí, ya que antes de esto se le lanzó un maleficio al fuego, el cual solo simulaba su muerte y la trasportaba a otro lugar; la razón por la que sus tacones quedaron en ese lugar es que son su marca, para que siempre la recuerden. ¿Y cómo se esto? Pues, porque yo soy esa bruja que lleva puestos los tacones.

Manuela Hurtado 10°-1

Bella como la flor que lleva su nombre

 

Medellín, alegre ciudad de eternas primaveras; de día el espacio perfecto para que flores diurnas florezcan con libre esparcimiento cual nebulosa en el firmamento. El resplandor de día baja el telón, y, sin embargo, no concluye la obra; flores nocturnas son develadas como las estrellas que responden al clamor de la oscuridad de la noche; al igual que las estrellas estas flores son distantes y solitarias, no debido a una explosión ni a ninguna de las leyes de la física, son unas “marginadas,” alejadas y escondidas como el mugre que tapas con la alfombra.

La acumulación de ausencias y vacíos llegan a ser sus únicas pertenencias, en una ciudad en la que todo tiene un precio y medida, en el caso de ellas la longevidad no se encuentra entre sus realidades, aquí las vidas son culminadas con fusiles, vidas efímeras consumidas con más rapidez que los cigarrillos que fuman con el deseo de agotar hasta el último y más recóndito espacio de vida que en algún momento pudiesen llamar cuerpo.

 

En la virgen de la Aguacatala encontrarás ramos de hermosas flores derramar lágrimas de cansancio, acompañadas con pizcas de súplicas de piedad ante una madre que se encuentra sorda ciega y muda, y no la culpo, todo lo malo de lo que te enteres debe quedarse contigo, porque si las paredes tienen oídos es por los cartuchos gastados en encuentros callejeros que no dejan cabida a un agujero más.

Mentarlas hace que las mojigatas salten como gatas preparadas para incrustar uñas y dientes. Con ellas no rige la ley de la gravedad, más si la de la atracción, en donde el papel de los “perros” es estrellarse ante los mayores cuerpos celestes, cuerpos exhibidos y adornados listos para la venta, sin más vitrina ni protección que el filo bajo su lengua, no son pocas las que tienen como sorpresa que sus presas guarden entre ceja y ceja el ínfimo deseo de verlas cantar de dolor como gorriones o periquitos cautivos tras las rejas; si, verlas presas es lo que desean, sin saber que ya son cautivas de visiones sesgadas y limitadas oportunidades de subsistencia. Pobres flores desafortunadas, por comenzar su floración, en el lado oscuro del paraíso.

II

Recorriendo la ciudad a las 12 p.m. hallé un tacón cerca a la Veracruz, podría decir que está completamente nuevo, por las etiquetas que lo acompañan, o podría decir que la señorita responsable de que la calle adoptara este calzado es una descuidada, sin embargo prefiero pensar que Jazmín, como he decidido llamarla decidiera que no tiene porqué echar raíces y florecer en donde ha caído su semilla, si bien es lo común, no es ley; deseo que divise rumbos distintos, unos en los que pueda volver a germinar como el nombre que he decidido adoptar para llamarla, ojalá pueda hacerse con este nuevo nombre, y ser bella como la flor que lleva su nombre, sin olvidar su pasado, para que cuide su presente y no tema al porvenir. Ya les he contado sobre el pasado y lo que suele ser la normativa de las flores nocturnas en la ciudad, sin embargo la historia que va delante, es la más importante, aquella que Jazmín ha de continuar...

Juan Guillermo Machado 11°1

 

 

En los zapatos de lolita…

 

Mi nombre es Olivia, tengo 15 años y nadie creyó mi historia. Me conocían como “lolita”, o era el apodo por el que mi maestro me llamaba en aquel entonces...

 

Mi madre murió en mi parto y mi padre estuvo obligado a cuidar de mí. La mayoría del tiempo mantuve sola en mi casa sin saber qué hacer y con una melancolía inmensa que acompañaba mis pensamientos, incluso en mis sueños. En fin, nunca fui a un colegio, como lo hacían o lo hacen los adolescentes normales de mi edad, a la escuela primaria si pude asistir con normalidad, recuerdo que tenía muchos amigos y era el único lugar en el que podía estar feliz sin el recuerdo de mi madre acompañándome o el desprecio de mi padre. Todo cambio cuando entré a bachillerato, y mi maldita genética, que me condenó y fue lo que más maldecí, comenzó a desarrollar mi cuerpo muy rápido, a mitad de sexto yo ya comenzaba a tener un cuerpo de mujer, con tan solo 13 años.

 

Mi padre no quiso dejar que yo asistiera a un colegio y yo tampoco deseaba hacerlo, pues comencé a padecer el “síndrome de hikikomori”; decidió que debía estudiar en casa por lo que contrató a un maestro que me enseñara las áreas básicas. Todo iba bien hasta que inicié el séptimo grado, mi profesor de sexto era bastante agradable, pero por razones que desconocía, se tuvo que ir del país por lo que cambie de maestro, se llamaba Andreu.  Andreu, un hombre de 40 años, de apariencia agradable pero engañosa…

 

Todo comenzó bien con él, me enseñada todas las áreas de las ciencias exactas incluidas las matemáticas, hasta que comencé a notar algo extraño en él, y era sus gustos retorcidos, en especial por las niñas y adolescentes.

¡Recuerdo tanto aquellos zapatos! Esos zapatos altos que me gustaban tanto. Me hacían sentir poder pero a la vez estaba consciente que eran la llave a mi execrable prisión, aquella que me llevó a mi funesto destino.

Los zapatos fueron un regalo de mis 14 años, y me los dio mi profesor Andreu, creí que era un hombre bueno y simpático, hasta que empecé a notar sus miradas extrañas hacia mí, hacía mi cuerpo y mi cabello… no era un maestro que miraba a su alumna con ternura, era un hombre mirando a una mujer… con deseo.

 

Eran de los pocos pares de zapatos que tenía, pues mi padre de milagro me daba la comida y la educación, ¡el resto que aguantara!  Y pese a los desagradables recuerdos y situaciones que estos zapatos generaron, me gustaban.

Andreu comenzó a decirme palabras extrañas que yo no comprendía, igual sus comportamientos eran cosas que nunca había visto en mi vida, lo llegue a ver alguna vez en una novela pero fue por accidente, me sentía asustada, quería gritar, estaba desesperada y sentí mucho asco. Andreu, con una voz como la de un Tenor me llamaba lolita, “niñita de mi sueños”, yo era muy inocente y a las malas me tocó conocer muchas cosas que hacían los adultos, pero yo me preguntaba, ¿qué de bueno le veían sentir dolor? o esa era mi perspectiva de los que muchos llaman “sexo” o “hacer el amor”, para mí esto era una tortura, un sufrimiento, una desesperación.

 

Cada vez que iba a mi casa era como un infierno. Día tras día, levantaba mi falda, me golpeaba, me hacía sentir como una basura, me decía luego que era el amor de su vida y que solo era para él, me obligaba a ponerme los zapatos y a desfilarle. Intente contarle a mi padre y no me creyó; me dijo que estaba loca, que era una depresiva, que imaginaba cosas; el psicólogo tampoco me creyó.

 

Ya no tenía más nada que hacer…

Ahora estoy tranquila, y mis zapatos favoritos, vacíos.

Pero claro, la gente cree que todo era una historia de amor...  

 

Alejandra Cerna 11°1

 “Alert, referencia de lolita-Vladimir Nabokov”

“La loca del tacón”

 

Apenas con 16 años y mi padre acababa de fallecer; aún recuerdo cuando me perseguía con su hermosa sonrisa y una flor de color amarillo diciendo que era tan igual a la inocencia que me abarcaba, cosa que me encantaba que hiciese. Mucho menos puedo olvidar aquel último Rachel que pronunció antes de morir. 

Él era mi luz, mi esperanza, mi compañero fiel, que en ese momento lo seguiría siendo por siempre, al menos eso pensaba.

Un año después…

Gracias al reproche de la gente, decidí salir de mi depresión; bueno, aún no… solo quería que mi madre sonriera al ver que he “olvidado todo”, aunque todo fuese por demostrarle que soy fuerte igual que ella, cosa que no era cierta y no lo sería nunca. 

Gracias a esto decidí salir al próximo viernes, la verdad no estaba muy ansiosa por ir, pero todo por despejar mi mente un rato y por callar la boca de todos mis amigos. Llegó el viernes y todo iba aparentemente bien; no sabía qué ponerme y al final decidí quedarme con aquel par de zapatos que parecían lucir bien; realmente me llamaban demasiado la atención; aquellos que nadie quería, parecían significar algo para mí, y pues así fue, marcaron y destruyeron mi vida. 

Llegó la noche y todos asombrados por mi hermoso vestido que me regaló mamá emocionada de que por fin saldría, pero… se sorprendían aún más por mis zapatos, sinceramente no sabía por qué hasta que escuché entre murmullos que había llegado al lugar equivocado, ya que debería estar en un prostíbulo con esos zapatos.

Me hirvió la sangre y salí como loca de aquel lugar, no sé qué camino tomé pero todo era oscuro y tenebroso. Estaba asustada y más aún cuando sentí a alguien acercarse tras de mí. Quería voltear pero me lo impidió dándome un fuerte golpe en el rostro y siguió hasta que quedé inconsciente. Le supliqué una y mil veces que me dejase en paz, sin embargo, me dijo:-¿Para qué te vistes como una prostituta?- y caí en cuenta de lo que habían dicho antes, el problema no estaba en mi vestido sino en aquellos zapatos que están estereotipados para una mujer que se dedica a vender su cuerpo… Pero este no era el caso, yo aún era como una niña, hasta que ese maldito dejó por el piso aquella inocencia que papá amaba cuando empezó a tocarme cada vez más y a besar mi cuerpo como si yo lo desease; sentía como poco a poco mi mundo valía mierda.

 

No sé cómo llegué a casa pero mamá quedó impactada de cómo estaba y me preguntó una y mil veces qué había pasado, hasta que de pronto pude hablar y lo único que dije fue: -Me violó- y me derrumbé totalmente y a su vez mamá también.

Han pasado varios meses y aún no puedo ni hablar. Recuerdo ese cerdo asqueroso restregando su cuerpo con toda gana contra el mío. Y al ver aquel zapato que quedó de aquella noche no pude más y me vista empezó a nublarse, tanto que no supe nada más de mí.

Para mi suerte terminé en el hospital y después de despertarme oí la maravillosa noticia de que estaba embarazada de ese…

No sabía qué había hecho para merecerme esta horrible vida; en ese instante quise abortar pero tenía alrededor de cinco meses.

Cuando nació lo amé con mi vida y aunque suene raro es así, cada vez que lo miraba me acordaba de esa noche, sin embargo, esa ternurita no tenía culpa de nada.

Pero no podía con ello; y para anexar mi madre, al enterarse, me abandonó totalmente.

Él tenía que pagarlo, o tal vez no él, sino que debía sufrir al igual que yo. Así, que cada año, en la fecha que sucedió (ya saben que) moriría alguien cercano o amado por él, esto transcurrió aproximadamente por 7 años, hasta que un día llegué y mi criatura estaba tirada en el suelo con una nota que decía: -No se siente nada bien ¿O sí?- Escuché un ruido: era él, decidí acabarlo como él había acabado con la vida de nuestro hijo. Así que… No recuerdo qué pasó, solo sé que ahora él ya no estará más, aunque aquel zapato siempre está conmigo deambulando por las calles. Ahora me llaman “la loca del tacón” sin saber lo que pasó aquella noche.

Natalia Bedoya 11°-1

 

Apariencias

“¡Esta preciosa!” “¡Que lindos zapatos!” “Debe ser de estrado 12, no cualquier persona tiene ese estilo” Eran algunos de los comentarios que escuchaba día a día en mi trabajo.

Me presento brevemente; mi nombre es Erika Garzón, tengo 27 años y trabajo en una oficina de arriendos en Medellín. Para muchos soy una ricachona, algunos creen que tengo unos ingresos económicos ENORMES y además que vengo de una familia “respetable”, todo esto por unos simples zapatos.

Me explico, desde niña siempre veía señoras con zapatos raros y de colores extraños, cosa que a las personas parecía encantarles pues sólo escuchaba a la gente halagándolas mientras andaban con una actitud empoderada y de respeto. Es por esto que decidí ahorrar cada moneda que recibía para así cuando fuera mayor comprarme los zapatos más caros y aparentes que existieran, pensaba que esto resolvería mi vida llena de desprecios y rechazos que recibía en mi época del colegio por parte de mis compañeros.

Es así como hoy en día porto mis zapatos de tacón rojos con incrustraciones de diamantes, estuve 25 años de mi vida llenando poco a poco mi alcancía de marranito para por fin alcanzar la meta de $1’250.000 pues este era el costo de ellos. ¿Había valido la pena? ¡Claro que sí! El escuchar todos los comentarios y ver las sonrisas de mis compañeros al hablarme de ellos hacía que mi autoestima creciera cada vez más. Puede sonar estúpido, pero por esta razón era que me animaba a levantarme cada día a las 3 de la mañana y tolerara viajar en un bus por 5 horas, pues a pesar de que contaba con unos zapatos tan caros mi vida contaba con muy pocos lujos; vivía con mi madre y abuela en un pueblo llamado Jericó en una casa hecha mayormente de tablas, sé que muchos deben estar pensando ¿Por qué utilizar todo ese dinero para unos míseros zapatos en vez de una vivienda mejor? Pues déjenme decirles que no tengo una respuesta que pueda satisfacer a muchos, pero lastimosamente lo hice para lograr sentirme bien de una vez por todas conmigo misma, aunque suene egoísta créanme que era absolutamente necesario hacerlo para seguir con ánimos de seguir adelante en mi vida.

Mi vida era una constante rutina; tomaba el bus en la madrugada, llegaba a mi trabajo, repartía sonrisas a mis compañeros, una charla por acá unas gracias por allá y así sucesivamente hasta llegar las 8 de la noche donde podía regresar a mi casa. Todo apuntaba a que aquel 5 de mayo del 2012 sería igual a los otros, pero no; esa noche el clima estaba simplemente horrible, truenos y gotas grandes de lluvia caían rápidamente dando la impresión que esa tormenta iría para largo, todo en mi ser me decía “Quédate, es peligroso” pero mis ansias de llegar a casa y comer junto a mi familia eran mayores a esa voz, por lo que me dirigí decidida a la terminal de buses. Fue el peor error de mi vida; el camino estaba extremadamente resbaloso por las fuertes lluvias, se podía ver como los árboles que bordeaban la carretera se agitaban violentamente por los vientos, pero nada me preparó para la gran avalancha de tierra que cayó encima del bus donde viajaba, arrastrándonos grandes kilómetros montaña abajo, dejándonos a cada uno de los pasajeros sepultados debajo de inmensas cantidades de tierras y lodo.

Es así como mis compañeros de trabajo se enteraron de mi vida secreta, dejando uno sólo de mis tacones como el único recuerdo de lo que alguna vez fui, sólo una simple apariencia.

Yeni Grisales 11°1

 

Para ti, la mujer que más amé

Quiero decirte que ahora estoy solo, me abandonaron, fue lindo tenerte mientras pude, me gustaba cuando salíamos de compras, o a la oficina, o a tus salidas con amigas, me gustaban esos ratos donde te veías alegre haciendo lo que más te gustaba hacer, ahora solo son recuerdos que no volverán porque te fuiste de mi lado. 

Recuerdo cuando llego aquel hombre a tu vida, ese día me portabas, me decías que yo era tu arma mortal, que te sentías hermosa cuando me usabas, yo siempre buscaba la manera de brillar y que tú te vieras bien en mí, me sentía muy alagado, pues, no le decías eso mismo a los otros. Recuerdo también el día que me compraste, yo me encontraba en una repisa blanca donde mis flores podían lucirse muy bien, vi que eras como mi estampado, una hermosa rosa que con solo sonreír desprendías mil colores.

Ahora sí, después de recordarte, algunas de las cosas lindas que vivimos juntos, te voy a decir cómo fueron las cosas desde mi vista y el dolor que sentí en aquel día tan trágico.

Era de noche, habíamos acabado de llegar a la casa, un poco tarde de lo habitual por cierto, nuestro día fue muy largo y agotador, no queríamos hacer nada, pero aquel hombre daño nuestro descanso, te empezó a reclamar por la hora de llegada, yo no podía decir nada, sentí como dentro de ti ya estabas cansada de tanta manipulación y maltrato por parte de él, tú no te dejaste echar más cuentos y te fuiste, te tomo del brazo y te dio una cachetada, no sé si decir que me sorprendí, o que, pues esto era algo que se había convertido en monotonía. Te soltaste y le gritaste, dentro de ti ya no cabía tanto dolor, empezó a gritar y golpeaba todo, tú inmediatamente subiste las escaleras con lágrimas en el rostro, te tiraste en la cama a llorar sin consuelo, a pensar en que cosas estás haciendo mal y como salir de esta situación. Entró al cuarto, ni lo miraste, empezó a pedirte perdón con su tono de imponencia, te intento sobar la mejilla pero le apartaste la mano, y te paraste, le dio rabia y se fue contra ti, empezó a jalonearte e intentabas soltarte, en esas él te tiro en la cama y empezó a presionarte y a golpearte, le hacías repulsa pero era inútil él era más fuerte que tú, te presionaba el cuello y te decía que le debías hacer pasara lo que pasara, te empezó a besar y abuso de ti, mientras llorabas y gritabas de dolor; cuando todo acabo te fuiste a dar una ducha y a soltar todo esa rabia que sentías, al día siguiente empezaste a empacar todas tus cosas, te ibas a ir, aprovechando que él no estaba, cuando ibas bajando las escaleras lo viste ahí parado, tomando como siempre, te quedaste helada, empezaste a retroceder, a mover la cabeza de un lado al otro, el tiro su vaso y te pregunto qué pasaba, solo retrocedías, cogió tu maleta y regó las cosas por toda la habitación, empezó a decir que estabas loca, que jamás lo podías abandonar, que serias suya por siempre, te empezó a pegar, tu no tenías fuerza suficiente para luchar contra él, caíste al suelo de un golpe, tu cabeza se golpeó muy feo, a él no le importo, te cogió del cabello y te empezó a arrastrar, luego se montó encima de ti, y te empezó a pegar, en esas me tocaste, debí salirme mientras ese imbécil regaba tus pertenencias, me cogiste y me enterraste en su brazo, él no podía creer lo que habías acabado de hacer, le dio más rabia, de venganza me cogió y mientras una mano estaba en tu cuello, la otra junto conmigo se dirigían a tu pecho, me enterró en ti muchas veces, tantas que no pude contarlas, fueron muy rápidas, yo simplemente era un objeto, el cual estaban usando de mala forma, la yugular, no, ¿Por qué? Empezaste a botar más sangre de lo que ya hacías, me soltó asustado, ese desgraciado intento e intento parar la sangre, pero no pudo, fue inútil, te estabas yendo lentamente, se paró y empezó a gritar y a caminar por toda la sala, no sabía qué hacer, se fue y te dejo ahí. 

Ahora por eso es que estoy solo; aun siendo tan lindo, no tengo quien me porte ¿Quién va a querer cargar con maldición de ser asesinada? 

Espero que en el cielo me puedas escuchar.

Manuela Barrera 11°1

Zapatillas de un amor desgastado

 

Me empeñaba en hacer bien los pasos, me deslizaba por ese lugar con mis zapatillas algo desgastadas y el cuerpo cansado por las horas de baile, me senté en el suelo dando la espalda para no tener que verme en el gran espejo, mi mirada se detuvo en las desgastadas zapatillas viejas que solía usar, ¿acaso recordará cuando me las dio? Yo, si lo recuerdo, recuerdo como me miraba y la sonrisa que me dedicaba, lo nervioso que se puso al darme la caja con todos aquellos regalos, recuerdo que, en algún momento le dije que no podía bailar sin esas zapatillas, de por sí, ya era difícil estar en esa academia de ballet; pero a mí no me importaba, o al menos hacia como que no.

A veces me aborrezco, pues no debería recordarte o no debería sentirme tan mal mientras lo hago, teníamos problemas, muchos, pero cuando estábamos juntos, nos reíamos de esas desgracias. Todo tenía que cambiar y así fue, recordar nuestros momentos me pone mal, porque recuerdo los problemas que teníamos y que no solucionábamos, pero es que contigo se sentía que no había problemas, todo siempre parecía estar tan bien, eso hasta una semana antes de mi presentación, ¿la recuerdas? Esa noche fue de las más dolorosas, el resto fue como un juego, recuerdo que esa noche mientras escondías tus ojos de mi mirada, dijiste que ya debías irte, que no querías pero debías hacerlo, me dijiste que tenías miedo y llore, te dije que podríamos tener miedo juntos, que a mí también me aterraba todo pero me dejaste ahí, con lágrimas y el sabor de un amargo beso.

¿Porque hiciste eso, si sabias que ibas a volver? Sonreí un poco por el recuerdo del día en que volviste, estabas tan destruido como yo y usaste esa estúpida excusa de que no tenías dinero para comprar café y viniste por el mío alegando que el que tenían tus vecinos no te gustaba, aún recuerdo lo gracioso que fue, pues como no ibas a recordar que no tomaba café, de igual modo irrumpiste en mi casa ese día como lo hiciste en mi corazón y tomamos té de jazmín y nos consumimos en un beso y nos tocamos, hicimos el amor, pero luego te saque de mi casa, tenía miedo y tenía ansias de venganza, aunque también me mató a mi hacerlo y escuchar ese lastimero te amo que, dijiste a través de la puerta, para luego irte.

Luego de eso no volviste y me dolió, sé que tenías miedo, yo también lo tenía, sé que soportarse cosas por mí, yo también lo hice por ti, se de los prejuicios de tu familia, tu sabias de mis prejuicios, ¿por qué era tan difícil entregarnos el uno al otro? ¿Por qué teníamos que lidiar con el odio de la gente? Lo soporte, soporte que me insultaran y agredieran, que mi familia se enojara conmigo por bailar ballet, tu soportaste el odio de tu familia por salir conmigo, con un hombre, pero te saque de mi vida, aun cuando más te estaba amando, ahora solo me quedan los recuerdos y esas desgastadas zapatillas de ballet que me regalaste, esas que me negaba a dejar, esas que eran de un color rosa pastel, mi color favorito, esas que me compraste aun sabiendo que ibas a sufrir un par de días por ese gasto, recuerdo cuando me dijiste te amo, si vuelvo ¿lo dirías de nuevo, estaría tan desgastado como las zapatillas o no estaría?

Emmanuel Ramírez Hernández 10°2

Los tacones de Dévora

Era una tarde lluviosa cuando me plantee que hacían esos zapatos en mi casa, ha sido un misterio desde que tengo memoria. Lucen algo desgastados, pero aún conservan su brillo morado y atractiva forma, lo más raro para mí es que suelen desaparecer de noche y vuelven al mismo lugar en la madrugada. Nunca me atreví a preguntar, sería muy estúpido hacerlo, ya que mi familia siempre me ha dejado claro que aquellos zapatos son una reliquia nuestra.

La tentación mató al gato, y así mismo lo hizo conmigo en el momento que hallé una peluca rubia dentro del sótano, la cual parece que se ha usado muchas veces por lo desgastada que está. 

Entonces fue así como en una noche de julio decidí salir a ver la luna y las estrellas, solo que esta vez llevaría la peluca y los altos tacones como accesorios. Todo parecía normal, no encontraba sentido a estos tontos tacones hasta que se me acercó un hombre con mirada profunda y dominante, pude ver odio en la expresión de su rostro, y fue así como me dijo que nos fuéramos, me tomó del brazo y casi caigo de los tacones. Cuando desperté estaba sobre una cama, mientras aquel hombre me agarraba y llamaba: Devora, Devora, te voy a devorar. Fue la mayor sorpresa de mi vida cuando recordé todas las veces que he escuchado como hombres llamaban a mi padre de tal forma por el teléfono. De esa forma me di cuenta de la verdad.

Regresé con un dolor en mi pecho y en otro lugar, no sabía qué hacer y ni siquiera pude reaccionar. Fue por eso que cuando mi padre se escapó decidí seguirlo, allí estaba caminando como si la calle fuera una pasarela; cambió completamente de aspecto con su atuendo y ya ni lo reconocía, aquel hombre que amo y me protege, era una diva escondida, ninfomaníaca y desmedida, todo por culpa de unos tacones que cuando usaba, la vida con plenitud sentía.

Camilo Soto 10°-1

¿Quién soy y porqué lo hago?

 

Quién podría imaginar que aquella dama tan buena persona, escondía tantas cosas bajo esas prendas y accesorios, además de su gran corazón. Su vestimenta, y en especial esos zapatos, no la hacían ver para nada una persona noble, y todo por cumplir la obligación del trabajo que tenía que ejercer. Nunca tuvo otra opción, desde pequeña sus cercanos la influenciaron a ese fatal camino, aquello no era algo de su agrado, todo era por complacer y hacer sentir bien a los demás, ganarse un sustento y la vida. Cada día era más desagradable tener que afrontar a esa sociedad abrumadora y agobiante, por aquella con la que compartía y mantenía, así el dolor era más fuerte cada día, la desesperación le hacía olvidar quien en realidad era, ahora en su memoria solo quedaba lo que se volvió y eso le atemorizaba. Por tan abundante presión aquella extravagante dama explotó y reveló su gran inconformidad, aquello que escondía en su cuerpo y pensamientos, sus temores y sentimientos, porque había algo que nunca contaba y es que siempre le juzgaban, el mundo la iba a destrozar y esos tontos zapatos que la identificaban no la dejaban descansar. Hasta que decidió abandonar el fatal camino por el que había estado tanto tiempo, dejar aquellos zapatos que siempre fueron e hicieron parte de este, se liberó de ese rumbo, y tomo unos nuevos pares para empezar a buscar la paz que nunca había podido tener. Sabía que con su decisión iba a ser abandonada y excluida, sin embargo, a aquella dama esta vez no le importó, se había vuelto fuerte e iba a mostrar su encanto, su verdadero ser, se puso sus nuevos zapatos y vistió nuevas prendas, ahora nadie volvió a saber algo sobre ella, ya que dejo de existir, hoy usa pantalones y tenis, dejando ver el hombre que siempre fue.

Valeria Berrio 10°-1

Tú, chico de lentes y mirada triste, me haces recordar que vivir es mucho más difícil de lo que parece, y que la mayor parte del tiempo no lo estoy haciendo, y que sólo estoy, estamos, perdiendo el tiempo, muriendo, envejeciendo, por fuera pero sobre todo por dentro.

A ti, que cambias la forma de ver el mundo por lo menos cada intento de suicidio, que se te hace más fácil esquivar golpes de desconocidos que palabras de seres queridos

Cicatrices en cuerpo y alma, daría mis recuerdos por darte un poco de calma, aunque a veces no estés seguro de lo quieres, dejar esta vida no cambiaría nada.

Tú, chico de lentes y mirada triste, tus largos brazos no son suficientes para abrazarte a ti mismo, pero sí para alcanzar un misericordioso vacío. Tú me haces pensar que en tus ojos color dolor el agua el mar puede habitar, y al mismo tiempo el desierto más seco que ni tú mismo llegas a conocer. Tus palabras llenas de compasión, tus actitudes llenas de crueldad. Tu personalidad llena de cambios agitados perjudiciales para cualquier corazón. intermedios sin cesar, describirte es igual a fallar.

¿Estarías dispuesto a obsequiarme un pedazo de poesía? Porque envidio las letras que escupes noche y día. Puedo intentarlo por ti que te encantan las rimas:

Empecemos con la “A”.Hay tanto dolor que callar, que a la locura podría orillar, aferras tus sentimientos sin temor a astillar. No es necesario detallar, para saber que en cualquier momento vas a estallar, y oler la sangre al degollar las entrañas de tu paladar. Hay tanto dolor que morder. Pues sigamos con la “E”. tanto tejido que lamer, tantas pesadillas para correr, tantas mentiras que tejer, toda una vida que coser, ver los sueños desfallecer. ¿Y todo para qué? ¿Para vivir con ganas de morir? Hay suficiente dolor para seguir con la “I”. Todo el tiempo queriendo huir, de todo aquello que te quiera destruir, con miedo a descubrir, que seas tú mismo el que te impida seguir. No tengas pudor, así como no la tiene la “O”. por las mentes mutiladas no hay que sentir temor, lema de vida en perfecto ardor, ¿Puedes explicar lo que es el amor? La “U” podría darte un plus, heridas mentales llenas de pus, querer estar bien para ti es un completo tabú, puedes crecer tanto como el bambú, salir del planeta y conocer venus, tu esencia en millones de espíritus ¿Dime qué querrás del menú? Tal vez dejarte florecer y que el dolor le tema a alguien como tú.

 

Sara Restrepo 11°-1

De nuevo a la vida:

 

Por fin llegaron los zapatos que por tanto tiempo había soñado, unos zapatos tan elegantes que me pueden dar toda la seguridad posible al momento de pararme en esa tarima mientras me ven bailar en el tubo, es una tortura tener que hacer esto a diario ¿Qué si me toca? Sí, si me toca, cuando era pequeña fui separada de mis padres y desde ese momento me dedico a esto. ¿Qué si he intentado escapar?, La verdad es que no, me da miedo el hecho que me puedan encontrar de nuevo, pero ya se supone que soy mayor de edad y que puedo hacer con mi vida lo que deseo, pensé.

Tome mis tacones y toda la fortaleza del mundo para hacerlo, logré salir, solo faltaba tener seguridad para poder afrontar todos los retos que se puedan presentar en mi camino, pero en este baile mi vida está en juego, debo ser la mejor, mi vida debe de mejorar, o por lo menos debo ganar más dinero, con el que dejan en mi ropa no es suficiente.

Susana Andrea Mora 10°1

Seguir caminando

 

Soy lo que llamarían un chico busca problemas, donde sea que voy con estas botas encuentro cualquier tipo de dificultad, pero que puedo hacer yo, no me criaron como debía, mi madre, la única persona que me brindó cariño murió hace bastante y lo único que tengo de ella son estas botas que he usado desde que me las dio, siento que estas me brindan la suerte para seguir viviendo, por otra parte mi padre… ¡joder! mejor ni hablemos de ese alcohólico que me dejo a mi suerte y no me brindó ningún tipo de apoyo, en resumen, vivo por mi cuenta, me junto con malas amistades y lo reconozco, pero son los únicos que me aceptan, ojalá mis amistades fueran lo único malo, pero las formas de ganarme la vida no son las mejores, vivo robando a las personas y salgo huyendo sin que mis botas me fallen a la hora de correr, caminando en la amplias calles donde los malos vicios se manifiestan, veo los zapatos colgados en los cables de luz, para saber dónde no pasar e intentar evitar los problemas, a pesar que siempre los encuentro, pero de alguna forma logró salir bien de ellos, al final del día llegó a lo que llamaría hogar, una vieja y pequeña casa que de milagro se logra sostener, a la hora de dormir pienso en la agonía que tengo que cargar cada día y de todo lo que me tengo que aguantar, como algo casual me pregunto si mañana moriré o si seguiré caminando un día más, mirando las botas y pensando en mi madre, el único ser que me dio motivos de vivir.

Jefferson Cataño 10°1

Tirar  los zapatos

Estoy cansada de caminar tanto,

Me duelen los pies,

Los zapatos me quedan demasiado ajustados,

No había  otra talla,

Mis pies son demasiado grandes,

No soportan estar metidos en un pequeño cajón,

No había más zapatos,

Y no había otra opción de ganar dinero

Más que esperar en una esquina todas las noches.

Hoy no he tenido que esperar,

Sino que he tenido que caminar por las tristes calles de prado,

Al lado de un hombre con mucho afán,

No había más hombres

Y no había otros zapatos.

Luego de un rato el hombre 

Se da cuenta de quién soy

Y me persigue por la calle

Un poco cojo,

Gritándome sandeces,

Me arroja sus zapatos,

Y yo adelante, 

Caminando rápido,

Con mis ajustados zapatos,

Hasta me dieron ganas de tirárselos,

Pero me quedaría sin zapatos,

Y no había más.

Medellín últimamente ha estado muy triste,

Su gente se está muriendo,

Y ya están cansados de caminar hacia delante sabiendo que no hay un buen futuro,

Todos están cansados,

Sólo quieren quitarse esos zapatos,

Al igual que yo,

Pero... no había otros pares.

Carolina Rojas 11°1

Impulsos

-Corre a por el balón Mark- Le grito a esa pequeña bestia que tengo por hermano.

-Cállate Daniel- me responde aquel mocoso de solo 15 años.

Él no alcanza a llegar a la jugada y el equipo contrario toma posesión del balón, aprovechan esta ventaja y logran anotar un gol, Mark se pone triste porque ha sido su culpa, es cuando por su espalda arremete un jugador de nuestro equipo muy enfadado y le empuja desestabilizándolo, luego le patea y el cae al suelo acompañado de un grito de dolor, el cual me hace reaccionar, entonces, salgo corriendo iracundamente hacia donde el joven, apenas le tengo lo suficientemente cerca le golpeo directo a la cara lo más duro que puedo, el puño le hace caer directo al suelo, le insulto, le grito y le maldigo; en medio del ambiente de conmoción la sirena de una ambulancia llama mi atención, busco de donde proviene y le hallo a solo 15 metros de mí, luego veo que unos paramédicos se bajan de ella y empiezan a correr hacia Mark, le veo y me doy cuenta que aún no se levanta, entonces lo entiendo, le ha matado, mi corazón empieza a latir muy fuerte y no sé qué hacer, miro a aquel joven y mi mente se pierde, le pateo y pisoteo una y otra vez mientras lágrimas de ira y rabia corren por mis mejillas hasta caer en mis guayos ensangrentados. 

Un solo acto de rabia ha sentenciado toda mi vida en prisión, con unos simples guayos acabé con la vida de un humano, y en la esquina de mi celda están aquellos guayos ensangrentados que me traen al presente, hoy 15 de marzo se cumplen 5 años desde que perdí mi hermano, libertad y mente.

Santiago Cifuentes 10°2

Son tus zapatos

Son tus Zapatos

Alguna vez has pensado en ¿cómo sería estar en los zapatos de otro? … ¿lo has hecho comparando los tuyos? ¿Lo has hecho deseando esos zapatos? … ¿por qué codicias unos zapatos que no te quedan? ¿Porque desprecias los tuyos? son tus zapatos, son los que te quedan. Disfrútalos aunque estén rotos y viejos, remiéndalos, aunque estén ya remendados, aprécialos, aunque sean feos y sucios. Lúcelos, porque son solo tuyos, presúmelos, porque son más bellos de lo que crees, sonríeles, porque son lo único que tienes.

Khaterinn Florez 10°2

Desde ese día

Puta, porque lo dices así, y con qué derecho estigmatizas a alguien por su forma de vestir 

Era pequeña tenía 10 años no tenía ni idea que pasaría aquella noche, como olvidar ese día en el que mi madre me regalo eso hermosos tacones y me dijo “llegara el momento en el que estés lista”, pasaban los años y cada vez eran más fácil para mi caminar con ellos y así fui aprendiendo, sin ayuda de nadie.

Llegue a la universidad era un mujer ejemplar y siempre iba con mis tacones rojos, pero no eran cualquier rojo, ese rojo que te llama la atención, así eran. Solo que un día llego esa chica y me dijo ante todo la clase “los tacones rojos son de putas”. Nunca olvidare aquella frase, llegue a casa y me tire en y sofá, comencé a llorar, y mi madre me dijo ¿por qué lloras? y le conté todo a lo cual ella me respondió “tus zapatos son únicos como tu forma de ser” desde aquel día entendí que con una pisada puedo callar a una boca.

Kevin Rudas 10°2


Su último rastro

El último rostro prudente de su ausencia imperdonable me dejó a la deriva creyendo que quizás la vida me la traería de vuelta. Una demostración de un acto de gracia por las cosas buenas que he hecho por los demás, tal vez un último regalo si pudiera pedir algo una vez más. Pues no quedo su aroma impregnado en alguna parte, pareciera que todo se lo había llevado con ella y a mi cuarto no había dejado nada más que un zapato. El remordimiento ganaba cuando intentaba buscar respuestas, y en todas sentía siempre una culpa sentenciable.

Mirando al techo, acostado pensando, desconsolándome, recordé la última vez cuando su mano cogí y a su mejilla besé. Dije que la protegería, la abracé fuertemente procurando no soltarla, y se sintió tan real que creí dar por ganada su confianza.

Eran días en los que la necesitaba como nunca, en los que me faltaba escucharla, momentos en hacer todo lo que nunca pude cuando se encontraba junto a mí. Quizás debí preguntarle cómo le iba en el colegio, quizás debí sentarme a ayudarle con sus tareas, quizás debí comprenderla cuando el mundo la agobiaba, o tan solo quizás debí ponerme en sus zapatos. Eso era, dejarme una pieza de la que nunca pude ser partícipe, abrumado su propio recuerdo para que nadie la olvidará, al menos de esa manera.

¿Cuánto me costaba haberme puesto en su lugar?

Saber que no era fácil ser ella. Nunca es fácil ser alguien, pero si lograr entenderla. Me di cuenta que cada uno vive en su mundo sumergido, en una burbuja. Nadie está consciente del otro, ni si está librando una batalla consigo mismo. Nos dedicamos a ver, mas no a observar, creemos que estamos y solo deambulamos, ciegos, viendo cómo se hunde nuestro alrededor, tan solo faltó un zapato para entender que debí posicionarme en él. En el zapato de mi hermana. En su peso de todo los años, tan solo debí portarlos.

Sebastián Oquendo 10°1

Aquella mujer acababa de morir dando a luz a su tercer hijo al lado de una alcantarilla, sin atención médica ni ayuda de ningún alma piadosa, en un barrio sumergido en la miseria. La sangre manchó las manos, apellidos y descendencia de sus hijos, los escandalosos tacones y aquel andén que contenía millones de historias. Con lágrimas en los ojos, Irene, la única niña entre los tres con capacidad de ganarse la vida de ahora en lo adelante, tomó en sus manos las dos posibles formas de subsistir que entre las pertenencias de su madre habitaban: Un cuchillo carnicero, una tarjeta de contacto y guantes, o un vestido inmoral y unos tacones.

Incapaz de decidir si arrancar y vender partes de cuerpos inocentes, o vender su cuerpo y arrancar su inocencia, Irene tomó ambas partes, y todas las noches antes de salir recordaba lo que su madre le hacía repetir. Fue así que, una niña dulce de 15 años, dominó el arte de la complacencia, la discreción y crueldad. se vestía de lujuria haciéndole competencia a la luna, y de sangre en los días, como un ritual al sol. Días en los que sus clientes no aparecieron más. Su madre era una traficante de órganos, y una prostituta cuando el dinero no alcanzaba, su nombre era Irene...

Sara Restrepo 11°1

Teresa

Teresa tiene piernas largas, lleva un atuendo llamativo, viste pantalones estrechos de tonos neutros, los cuales contrastan con su camisa de mangas cortas de colores fuertes, siempre adornada con grandes perlas que cuelgan alrededor de su cuello, y unos zapatos que roban la atención de su atuendo, son finos y altos, de tonos rosas; un rosa que va desde un rosa débil y claro hasta un rosa fuerte y reluciente; cualquiera diría que sus zapatos son dignos de una persona con pensamientos distintos y locos, pero para ella son símbolo de la elegancia, dando a su atuendo un toque de riqueza y poder. Teresa anda recordando, penando y haciendo, nunca olvidando; carga un clavel en la mano izquierda y un reloj de cuerda en la derecha, afro plata y lentes triangulares color azabache.

Famosa en el vecindario por su apodo Teté, el cual adquirió gracias a sus familiares. Amante del whisky barato y siempre viviendo en el pasado, recuerda por costumbre, llora por placer. A sus 15 años Teresa fue una niña irreverente, en contra de los estándares de belleza, segura de su atuendo, dejando de lado las repetidas críticas de la comunidad. Defendiendo sus ideales forjó un carácter duro, que aún hoy prevalece. Se mantuvo firme ante las adversidades, hoy la soledad para ella es un laberinto de aire del cual no puede salir. Ella siempre mantuvo la idea de que el pasado no es algo que se debe olvidar sino que por el contrario algo que se debe vivir, dando paso a aquellos recuerdos de la juventud que liberan sentimientos como la alegría y la pasión; mostrando su carácter imponente y seguro.

Su fuente de dinero era el arte, plasmaba sus ideas en grandes obras que tocaban temas censurados por la comunidad, carente de valor para aceptaros. Al expresar a través de estos su distinta forma de ver la vida, no obtuvo grandes oportunidades de trabajo; pero luego de su partida, estas obras obtuvieron gran valor tras el cambio de pensamiento de algunas personas capaces de tocar con su alma, tan sensibles temas.

Sin importar las criticas asistía a eventos sociales y culturales en donde les mostraba su opinión a la comunidad, obteniendo gran fama entre la gente, Teté fue tema de conversación de varios grupos, unos hablaban de su gran valor y otros se sentían indignados por su forma de expresarse, pero estos comentarios negativos no eran lo suficientemente fuertes para ganar la batalla con su fuerte personalidad.

Tomás Soler 11°1

 

¡Malditos tacones!

Lo que para ti es un momento de diversión, para mi es una fea situación.

Me criticas de cómo el dinero ganar, pero es la forma en la que a este mundo le puedo pelear.

Fui abandonada a una corta edad, en la que mis sueños acababan de despertar.

No quise nada de esto, pero las cosas siempre se van al cesto.

Las acciones que tomo no son las mejores, pero este mundo no está pintado de flores.

La realidad es dura y eso lo sé, porque a causa de ellos en este momento no viviré.

¡MALDITOS TACONES!, no lo quiero ver nunca más pues desgracias presentan y nunca acabaran.

Vago sola por toda la ciudad, buscando quien me compre para vivir un día más.

No soy digna de nada según la sociedad, pero ellos fueron los que aquí me pusieron en primer lugar.

Frías las noches y fuertes los días, no importa cómo cambie el clima.

Trabajo, trabajo, es lo único que importa, pues las cosas no cambian si no te empeñas en las cosas.

Hay personas muy malas y feas con las que no me gusta dormir, pero con el enemigo me toca coexistir.

No todo es malo me atrevo a decir, pues hay gente buena que disfruta con migo dormir.

Pero estoy cansada de esto, no aguanto más.

Las personas me denigran y me ignoran al pasar.

Me escupen y se ríen, eso es humillante, yo solo quería seguir adelante.

Esto es muy duro y ya no tengo fuerzas.

Los tacones me pesan y me duelen las piernas, en este mundo no me siento contenta.

En este mundo solo soy una puta más, no soy nadie a quien puedan admirar.

A ti muchas historias te pueden contar, pero solo son inventos de una cruda realidad.

Nadie escapa, todos mueren y este es el fin de aquella que no obtuvo lo que quiere.

En la calle me dejaron junto a unos tacones, fueron los únicos que me acompañaban en los oscuros callejones.

Lo siento tanto, no aguanto más.

De coraje me armo para todo facilitar.

Una cuerda en mi cuello será lo único que sentiré.

“Pues a una puta embarazada yo no compraré”

Solo quería ser feliz y tener una vida plena.

Pero eso no se puede en este mundo de mierda.

Ni siquiera mi nombre conocerás, pues eso lo olvide mucho tiempo atrás…

 

Soy Andrés Felipe Saldarriaga Becerra del grado 10°1 y esta es la historia de alguien que alguna vez tacones usó.

Quizás en este momento de la vida este siendo otra por completo.

Estos no eran mis sueños, mis metas eran distintas, pude haber sido muchas cosas, pero este demonio dentro de mi pasa por encima de todo.

Cuando los hago míos, me siento llena de pies a cabeza, me siento deseada, y mi piel se eriza por completo, ese instante en el que viajo, en el que me transporto, en el que de mi boca solo salen sonidos de placer y mi cuerpo se siente pleno.

Estoy en un punto en que esto para mi es una adicción, solo quiero más y más.

Lastimosamente todo en mi vida tiene un fin, ya estoy acostumbrada.

Cada día me preparo aún más que el anterior, y cuando me pongo mis zapatos, esos hermosos tacones que me caracterizan, vuelvo a ser una diosa inalcanzable con sed de venganza, con adicción a mi profesión.

Si se preguntan cómo llegue a sentir esto, como deje de lado lo que soñaba, la respuesta es fácil; ellos quienes se suponía debían cuidarme, se encargaron de hacerme todo el daño posible, mi familia me quito todo, no tenía más refugio que esto.

Nadie me obligo a venir, yo sola lo decidí, ya me sentía inútil y necesitaba reencontrarme conmigo misma, o bueno, con lo que quedaba.

Me sentía sola, pero, aun así, no he perdido la cuenta de las veces que me acompañan a la cama desde que papa decidió hacerme suya.

Emma, 21 Años

Susana Daza 10°1

 

Lo que nadie sabía

Ese día el cual jugaba en la pieza de mi madre, me dejó una dura decisión para la sociedad, todo comenzó cuando jugaba en la pieza de mi madre, unos de mis juguetes se me salió de las manos y fue a parar debajo del closet donde mi madre guardaba sus tacones para esas fiestas que ella iba, siempre quería ser como ella, salir con sus hermosos tacones, su mejor vestido y su perfecto maquillaje, dirigiéndose a las fiestas, caminando punta tacón y fue ese instante en el cual me puse a mirar sus mejores tacones, los cuales tenía en una caja, eran un poco altos, con un color espectacular y una decoración de unas hermosas flores, me los quise medir a ver cómo me quedaban, cuando comencé a caminar entro una segunda alma a mi cuerpo y me hizo sentir como esa bella dama que veía salir para sus fiestas, al sentir esto me dirigí al closet donde mi madre guardaba sus mejores vestidos y maquillaje, escogí un de estos el cual tenía los mismos colores y estilo que los tacones que encontré, me lo coloque y como toda una dama me maquille para hacerme sentir como esa mujer que me vio nacer, cuando ya estaba toda lista me imagine como en una pasarela, caminaba y nunca me caía, en ese momento dije esto es para mí, mi vida siguió y empecé a dirigirme a fiestas como una verdadera dama y nunca perdiendo mi primera alma. Así fue como a hora soy juzgada por esta mierda de sociedad, nadie me acepta y mis padres hacen que no me conocen, por cierto me llamo Juan tengo veinte años y soy conocida desde mis doce años como juanita.

Mateo Agudelo 10°1

Ella

Muchos la critican por la manera en la que vamos con ella, también porque usa unos vestidos de colores fuertes, muchos dicen que es prostituta, que para usarnos y usar esa ropa debe de serlo, pero nadie sabe todo el esfuerzo que ella ha hecho para poder comprar su ropa y zapatos de acuerdo a su gusto y que con nosotros se siente muy segura y cómoda, lo demuestra en su caminar, siempre adornamos sus pies como nadie más lo podría hacer, ayudamos a que toda su belleza resalte, ella no es muy delgada, y no tiene el cuerpo que se tiene estereotipado para una mujer, pero siempre causa admiración, nos gusta estar con ella en cada paso que da, siempre ha sido una chica muy segura de sí misma y no permite que los comentarios que deambulan por ahí afecten su seguridad, apenas hace unos meses ella nos sacó de una tienda, sabemos que en algún momento vamos a ser reemplazados por unos mejores de alguna nueva colección por eso aprovechamos cada momento con ella, especialmente cuando va a sus lugares preferidos con nosotros.

Alejandra Márquez 10°2

Tacones

¡Mira, que los tacones de mamá son muy bonitos! ¿Me han quedado bien, no es así?

Me he puesto los tacones de mamá desde mis primeros años de vida, me los he puesto una y cincuenta veces más, me los he puesto sin que ella se dé cuenta. La primera vez que los utilice me he mirado al espejo y he quedado asombrada de lo fascinante que se me veían, claro, estos acompañados de unos cuantos accesorios más que he cogido de su closet, me he puesto maquillaje y he empezado a modelar por toda la casa, me he sentido como en el palacio de las princesas que tanto me gusta ver, he dado unas cuantos vueltas por la casa antes de quedar tirada en el suelo, exhausta de tantas presentaciones que le hice a mis muñecas, todavía con el maquillaje puesto, los accesorios, los tacones y el vestido, papá me ha cogido en sus brazos y me ha llevado a la cama, se ha acostado conmigo y ha puesto sobre mí su pesada y grande mano, me ha abrazado con tanta fuerza que me ha dolido, me ha tenido así durante diez minutos, y yo he llorado, y él no ha parado, estuve asustada y me quedé allí en mi cama paralizada mientras él se levantaba para mirarme a los ojos y decirme que me amaba, me dijo que no lo olvidara, que esos abrazos eran normales, y que a mamá no le contara nada. 

Luego mamá llegó, con unas grandes ojeras, cansada, se veía arruinada, como si algo le pasara, en ese preciso momento que la vi pensé que quedaría desmayada en el suelo, estaba flaca y parecía desconcertada. Ella solo tomó sus tacones, se los puso y regresó a su habitación, en la que duerme con papá. Desde aquel día mamá y yo hemos compartido los mismos tacones, vestido, accesorios y maquillaje, y papá ha disfrutado de vérnoslos puestos.

Laura duque 10°2

Aurora

Era una tarde lluviosa, por segunda vez en el año 2009 volvía a llover, estaba pasando un fenómeno muy raro, pero al menos estaba cayendo agüita, la sequía se había incrementado mucho era tanto que el andén se calentaba demasiado que quemaba la suela de mi zapato. En esta tarde toda mi familia se reunió. Mi familia era muy pobre, mi mamá intentaba trabajar para mantener a mis dos hermanos, yo siendo la mayor no me quedaba más que buscar donde trabajar, en ninguna parte me recibían ya que no tuve la oportunidad de estudiar. Una vez una señora me ofreció trabajo y acepte ya que lo necesito con mucha urgencia, porque no voy a olvidar esa tarde lluviosa que mis tíos me decían "usted tan conchuda la más grande y no le colabora a la mamá" esa frase no se me ha podido salir de mi mente me dolió lo que me dijo, llame a la señora para preguntar bien sobre el trabajo, ella me contaba que lo del sueldo no se preocupara que yo era muy bonita y que me iba a ir muy bien, quedamos en reunirnos en 4 días en el restaurante de la esquina a las 3:00 pm.

4 días... 

Llegó la hora más feliz de mi vida me puse mis zapatos favoritos, los que siempre me dan buena suerte y llegue a las 3:00 pm, yo siempre muy puntual con mis compromisos. Pasaron las horas y la dama no aparecía, llegaron las 5:00pm y no llegaba me estaba aburriendo y cuando me levanté de la silla alguien me toca el hombro y me dice "Escoge el camino correcto" y volteo y no había nadie, cuando la señora se baja de una limusina blanca muy bonita y me dice que vamos, yo me monté, le pregunte sobre el porqué de su retraso, ella me dijo una excusa que no le creí: el tráfico. Cuando llegamos a un lugar lejos de mi casa, habían muchos hombres gritando "Que rico mamacita" no entendía bien qué pasaba y me entraron a un cuarto, había un señor, yo asustada me senté en la silla y me decía: tendrás que cambiarte de ropa y bota esos zapatos yo te doy unos mejores, le respondí que no porque son los únicos que tengo y me gustan así, entonces me empezaron a coger, quitarme la ropa y ponerme una venda en la boca y no me acuerdo más. Después de media hora estaba semidesnuda en un cuarto con llave y no sabía qué hacer. Cuando voltee vi una ventana salí lo más pronto que pude, estaba corriendo por un jardín y pensaba ¿quién fue esa persona que puso la mano encima de mi hombro y me dijo “ escoge el camino correcto”? estoy muy confundida, me tropecé con la basura vi mi ropa, la cogí, me cambié y me puse mis zapatos rotos, sucios y con pecueca; prefería estos que unos tacones caros que no tienen importancia para mí, ya que con mis zapatos feos he sufrido, y he estado en las buenas y en las malas, lo más pronto me marché de ahí, porque me obligan a hacer cosas horribles y sentir cosas que no quería. Llegando a mi casa me sentía feliz, aunque no tuviera la mejor casa, comida en abundancia, ropa de marca y lujos pero tenía unos feos zapatos que siempre me apoyan.

Juan Pablo López 10°1

 

sombras de un pasado

Hoy lamentable no fue el día pensado, pude sentir un vacío tan grande que navegaba y ponía en sombra mi interior, un dolor que corría por mis venas y nublaba mi mente.

Mi alrededor era solo neblina, se avecinaba una gran tormenta y allí se me ocurrió la idea de ir al café que se situaba a dos calles, mientras me dirijo hacia el encuentro aún anciano, el cual según mi perspectiva estaba abrumado, así que decidí sacar o apaciguar un poco de mi dolor para así transmitirle consuelo y si...

Decidí hablarle, lo invite a tomar un café e ingrese con él, pedimos uno bien caliente y nos sentamos en las mesitas del fondo su cara era irreconocible ya que había sido golpeado la noche anterior, eso me ha contado.

Al pasar un rato me ha preguntado porque estaba sola a altas horas de la noche, con moretones, descalzada y con los ojos encharcados. Y decidí desahogarme, desde mi infancia, mi padre se ha marchado y mi madre ha muerto de depresión, no poseo hermanos y la familia de mis padres no vivían en mi pueblo así que no tenía donde buscar refugio.

No poseía método para sostenerme y al ir al centro de la ciudad encontré a varias muchachas un poco mayores las cuales para mi estaban bien vestidas, me acerque a ellas pero se aprovecharon de mi inocencia y mi corta edad de doce años me llevaron hacia un salón donde se encontraban varios hombres y si como lo esperas han abusado de mí.

Vi como varias jóvenes salían con sus padres, sonreían con ellos y pensé en porque yo no tuve uno que me hiciese feliz, pero bueno esa era mi realidad.

Ese lugar era la salida donde me has encontrado, ¿qué hacías allí? Me pregunto con la voz quebrantada, le respondí que desde el día que encontré a las jóvenes me había quedado trabajando allí y esa noche al ver una oportunidad decidí huir, solo tenía un par de zapatos los cuales le recibí a un hombre pero... Decidí dejarlos para jamás recordar esos sucesos y dejar atrás mi pasado.

¡Todo estará bien jovencita! Me ha dicho y se me quedo mirando fijamente a los ojos y al final dijo: ¡lamento por todo el sufrimiento que te he causado! No entendí absolutamente nada a lo que se refería.

Mi cara quedó atónita al escuchar que el... Era mi padre.

Manuela Marín 10°1

A través de mi ventana

-¡Oye mama! ¿A dónde vas con tanta prisa?, no vez que muero de hambre y van más de dos semana que no comemos nada, sólo tomamos agua de la lluvia y la ropa es de lo que recién fallecen, además me queda enorme está camisa, este pantalón está que se rompe en mil pedazos, lo bueno es que mis tenis si están nuevos, gracias a ese deportista que acaba de morir en una carrera de atletismo.

—Lo siento hijo sabes que tengo que ir a trabajar y cómo está la situación ahora en el país y más concretamente en esta ciudad definitivamente el que no madruga Dios no lo ayuda, ni le habla, ni lo visita a uno, mira que hasta la iglesia está bastante destruida por el bombardeo de la semana pasada, y solo tenemos la oportunidad de comunicarnos con "nuestro salvador Jesucristo" en la noches, humillándonos ante él en ese pedazo de colchón que nos queda, ¡por cierto! cuida bastante bien de tu hermano menor, recuerda que por ahora él es la prioridad número uno en esta casa, o bueno, está choza si lo vemos con la cruel y dura realidad que es, por cierto solo tenemos una lata de atún para esta semana así que trata de administrarla lo mejor posible o te juro Jack que la vas a pagar muy caro, lo siento hijo no me siento bastante bien, el estómago me ruge un montón y también muero de hambre pero ten fe de que pronto las cosas van a mejorar y seremos felices como cuando la familia estaba completa, lástima lo de la muerte de tu padre, era un gran hombre, yo sé que no existe la persona perfecta pero si algo se acercaba o se asemeja a eso era él, con su carisma, amor y compresión, además de gran padre, buen líder y bastante serio, (Además de lo rico que cogíamos en nuestra habitación).

—¡Mamá! otra vez está pensando en voz alta, ya deja de mencionar lo rico que lo hacías con papá, sabes que esos temas son asquerosos para mí y trato de evitarlos la mayoría del tiempo, no te diste cuenta de que nuestra fea y asquerosa vecina Widney me dio un beso y lo primero que le estampe en la cabeza fue uno de mis calvazos nivel macho pecho peludo que no es débil antes los sentimientos cursis de una mujer, aunque no sé porque cuando la menciono siento como cosquillas en el estómago, que asco ya me contagie, me dieron hasta nauseas de solo pensar en eso que llaman ustedes los adultos, Amor.

—Ten paciencia hijo lo que sientes es más que eso o crees que no me entero de que la espías por nuestra ventana para ver si algún niño más le habla o le coquetea, — ¿qué dices mamá? ¡Eso jamás! no tendría por qué interesarme nada de ella ni siquiera su hermoso cabello, — ¡Maldición! Otra vez, ja ja ya crecerás Jack y te arrepentirás de lo que acabas de decir, bueno ahora si me marcho cuídate, te quiero hijo.

Vaya... la ciudad está hecha un desastre, dónde podré conseguir unos clientes dignos de este hermoso cuerpo, ya practique bastante ejercicio y me esforcé en que mis exámenes de salubridad estuvieran al día para poder trabajar un ningún problema, claro como no se me ocurrió antes vamos al supermercado de Hamburgo, seguro que encontraré algo interesante por ese lugar.

¡Buenas noches! ¿Te perdiste bombón?, veo que tiene algo muy interesante para mí, — ¡claro mi príncipe hermoso! todo esto es solo para ti, pero primero quiero ver tu papel de sanidad, — a ver, todo correcto —, sin gérmenes, sin enfermedades venéreas, sin Sida, ¡todo perfecto! ahora sí mi amor, ¡a lo que venimos! cada día qué pasa no me hago más joven.

—Ese señor estuvo increíble aunque no tenía las medidas que me agrandan pero algo es algo y peor es nada, ahora a donde vamos todo parece estar cerrado, lo cual me preocupa porque está muy temprano, son casi las 6 de la tarde ahora me toca solo con puros viejos ganosos y puercos, pensé que este, sería un gran día pero solo tuve más que dos clientes casi en 7 horas no vale la pena seguro trabajando en esta porquería, además ni siquiera me asegura que no me pueda embarazar o tener alguna enfermedad terminal, que deje a mis hijos huérfanos y sin ninguna razón para seguir luchando en esta vida de mierda.

¡Chicos, chicos! no se vayan a dormir, aún nos queda mucho de clase y creo que al menos está bonita historia que nos queda sobre la Segunda Guerra Mundial es algo que debemos prestarle un poco de atención, sé que puede ser un poco aburrida pero por favor solo un poco de su tiempo y ya está.

Señora, ¿todavía está trabajando? Es que ando un poco de afán y mi esposa puede llegar en cualquier momento a la casa, está bien pero solo te puedo dar mínimo 20 minutos y eso si te das prisa, bueno entre por favor ponga sus zapatos en la entrada por favor y también sus calcetas si es tan amable, listo y ahora, ¿por qué quieres empezar? Bueno acompáñeme a la habitación de arriba y creo que se puede ir quitando la ropa, vaya que hermosa casa, mis hijos estarían encantados de vivir aquí es maravilloso, ¿tiene hijos? Y ¿ellos saben que este es su trabajo?, si uno se llama Jack y tiene 8 años y el otro es David y tiene 2, pues la verdad siempre creen que iré a pedir limosna o algo así son unos chicos increíbles y aún están un poco pequeños para saber este tipo de cosas aunque Jack es bastante inteligente y lo más probable es que ya se enteró.

Ese día 23 de junio de 1943 hubo un ataque nuclear en plena ciudad de Hamburgo y no quedo ningún sobreviviente, y lo único que se tiene de recuerdo de aquella dama son sus hermosos tacones color cafés, que siguen en la entrada de aquella casa donde tomo aire por última vez, y donde murió sin previo aviso gracias a la invasión nazi, eso es todo por la clase de hoy chicos y espero que sea de su agrado, Fin.

Danke für Master

Juan Gómez 11°1

lOs tacones azules

"Combinan con tus ojos" fue lo que dijo mientras me apretaba los cachetes. Obviamente no le creí. Mis ojos podían ser azules y mi mirada oscura, pero nunca del color de esos zapatos. 

Daniel solía darme muchas cosas, más aún desde que mamá decidió abandonarnos. Ahora dependía de él en un todo y por todo. Sin embargo, los regalos que más recordaba siempre eran los que me daba todos los domingos en la mañana, los que no recibía sin antes tener una historia que contar. La historia de estos zapatos es muy similar a la de muchas otras prendas que no me pongo ni saco del cajón. 

Los viernes después del trabajo en el taller de carros, Daniel nunca llegaba a casa como los otros días de entre semana. Yo me pasaba todo el día sin saber de él, pensando en la gran posibilidad de cosas que podrían pasar cuando regresara. Recibir plata, una cantina, una cerveza y una mujer le bastaba para pasar el resto de la noche y el otro día en el Centro de Medellín rodeado de drogas y prostitutas. 

Borracho, me compraba ropa tan llamativa y provocadora que no se ponían sino las viejas con las que se acostaba, cuando me la entregaba creía que yo era una de ellas, se montaba en unas películas que solo sabían hacerme llorar. Me decía que era la más hermosa, pero yo no conocía su intención. 

La primera vez que me pasó quise morirme, tenía tanto miedo que lo único que hice fue recordarle que éramos hermanos y tratarlo con paciencia, hacer que sintiera por mí un cariño fraternal y no un deseo sexual. Dos años así y Daniel nunca me tocó, comprendí que era su forma de quererme y mostrarme que era una viva imagen de mi mamá. 
No podía odiarlo ni juzgarlo por la pesadilla que me hacía vivir los fines de semana porque el resto de los días éramos un par de huérfanos que solo se tenían el uno al otro. Nunca me reclamaba por no ponerme lo que me daba, evidentemente sabía que estaba mal y ambos decidimos ignorarlo y llevar una vida feliz de lunes a jueves. 
Pero, hoy es martes y no estoy feliz. Tengo puestos los tacones azules, una falda de lentejuelas y una blusa transparente. Todos me miran raro, una niña de 16 años con esas fachas en una iglesia no merece el perdón de Dios. Y por eso estoy aquí, porque el domingo Daniel nunca llegó y no puedo soportar verlo como a toda la ropa que me regaló, en un cajón. Por favor, haz que descanse en paz
os textos que realicé hace algún tiempo para la exposición "Ponte en mis zapatos".

Melany Pélaez 11°1

Inocencia

Mi pequeño príncipe… eres tan lindo e inocente… me pregunto, ¿qué pensarás al verme con esos ojos tan grandes y redondos? … ¿crees que soy un malvado? ¿Crees que soy un maldito? ¿¡Crees que estoy loco !? … claro que no, ¿cómo iba a saberlo un pequeño y tierno bebé? sigues mirando con ingenuidad, creyendo que todo es bueno y dichoso... debes estar confundido, después de todo no soy tu padre, él debe estar buscando te como loco, pero no te preocupes, no dejaré que te encuentre, él ha cometido un gran error, ¿cómo te ha dejado nacer en esta porquería de mundo? , aun eres muy joven como para entenderlo, aun sonríes como si no hubiera falla, aun miras con tal inocencia … ¿ cómo será estar en esos pequeños zapatos, en donde nadie entra ?, tal vez así podamos recuperar la felicidad y esperanza en todo, y vivir en la plena ignorancia olvidándonos de lo asqueroso de estar vivo …¿ no sería grandioso !? …¿ no sería perfecto !? … ¿eh? … ¿por qué lloras? … ¿por qué gritas? … ¿no ves que soy tu salvador? … ¿no ves que intento ayudarte? … ¿NO VES QUE SOY TU HEROE? … cierra los ojos… duerme, sueña y jamás despiertes… deja de respirar, y así tu inocencia perdurará.

Khaterin Flórez 10°2

 

Zapatos viejos

Aquí estamos en este closet, usados, arrumados, olvidados. Nosotros que tantas veces dimos vida a su figura, nosotros, que infinidad de veces realzamos su esbelto perfil, nosotros que fuimos fieles compañeros y sus lujosos accesorios.

Pero suponemos que ese es nuestro destino, nuestro propósito, ser usados, puestos como adornos de aquellas contorneadas piernas, piernas que al caminar hacían resonar nuestra estampida con un sonido que llamaba las miradas de los hombres a nuestro alrededor. Piernas aquellas, suaves, bronceadas y tersas que hacíamos resaltar con nuestro intenso color canela. Junto a ellas éramos el centro de atención, imanes de individuos dispuestos a dejarse las palabras solo para conseguir un número de teléfono. Sin embargo, una noche, donde nuestras guías y compañeras, estaban bajo influencia del alcohol, fuimos arrasados de manera repetida a lo largo de la acera, camino a casa, manchando así nuestro rojo fondo con ásperos rayones dejando ver el color café claro de nuestro cuero. Desde aquel día todo cambio, ya no éramos los más usados, se habían acabado las fiestas, las algarabías, las miradas y la atención en general.

Pero eso está a punto de cambiar, aquí viene ella, tan hermosa como siempre, tan esbelta y lúcida viene vistiendo un hermoso vestido rojo, portando en su cuello, perlas blancas como la espuma del mar, perlas que resaltan su negra cabellera, negra como la bolsa de basura que tiene en su mano y a la cual vamos a parar...

Manuela Yiceth Quintero 10°2

Violeta y Pecadora

¿Cómo olvidar? Es imposible, no se puede dejar atrás el rastro que llevamos. Hoy, en la graduación de mi hija Violeta, miro aquellos zapatos tan hermosos que me acompañaron durante toda mi juventud y que me recuerdan a esa libertad que el noviciado me negó.

¡Diabla! ¿Qué haces tú con esas garras? ¿Acaso no ves que llaman al maligno?” Me decía Cecilia, la madre superiora. “Ágata ¡Vos si sos una indecente ¿No?!” Se quejaba Aurora, una de las novicias con cara más amargada. “Dejá esas garras ya y ponete a rezar” Me regañaba Gloria, que de gloriosa no tenía nada.

¡Violeta! Era el nombre más hermoso que podía extraer de estos zapatos tan alocados. Pensé en Perla o Luna, pero Violeta me embrujó desde el principio.

“El infierno está tapizado de sotanas” Decía el padre Julio y estaba en lo cierto. El clero me quitó la juventud, lo más valioso que tuve, pero fue mi única escapatoria ante un barrio violento y con muchas necesidades. Un barrio del que solo tengo un recuerdo… Aquellas zapatillas violetas por las que el vecino maltrató a su esposa, que me las dio antes de que fuese golpeada de nuevo.

Aunque también, el maldito Clero me brindó el cielo, desde que recogí aquellos zapatos hasta el día de hoy, que se los regalo a lo más preciado de mi vida; a Violeta.

Aunque mi cielo sea falso, tengo que disfrutarlo, por eso, mi vida es mi hija y si ella está bien, yo también lo estaré.

Y después se preguntan por qué el cielo y el infierno fueron creados por la misma iglesia.

- - Ágata Luján - -

Sebastian Valencia 11°1

Sentimientos concedidos

Mujer delgada y alta, complementada por su ropa fina y elegante, tacones prestados por su propia hija y saco de segunda mano, abandonaba su esclavizante trabajo en la despedida de la tarde y génesis de la noche, los tacones marcaban el compás en la armonía de la sombra y la tiniebla y con gran atención observaba los matices de la ciudad; en su gran odisea el ambiente se tornó pesado y sus tacones aceleraron el ritmo, dirigiendo todos los instrumentos de la urbe como si de una obra se tratara, sentimientos brotaron de aquel sitio, hogar de las féminas excitadas por la pasión del dinero, y en ese instante supo que aquellos tacones portadores de memorias se habían convertido en su fundamento sentimental, y rápidamente de sus labios germinaron hermosas palabras “Oh hija mía, gran hermosura e incandescentes memorias tienes, pero que poca dignidad posees”.

Santiago Marín 10°1

 

La noche que lo perdí

- ¡No te vayas!

- ¿¡Dame una razón para no hacerlo1!?

- ¡¡TE AMO!!, y te necesito en mi vida.

- Jumm ¡es una lástima, yo también pensaba igual! ¡Adiós!

Esa fue la última vez que pude hablar con él, ¡y ya!, solo Salí de su apartamento a medio vestir y mi zapato fue lo único que se quedó con él; No sé qué hice mal, yo pensé que lo estaba haciendo bien, yo quería que fuera feliz…no quería que las cosas terminaran así. Yo era joven, una mujer no muy atractiva, pero a los ojos de ese hombre, podía ver un hermoso futuro, un hermoso sentimiento y una vida feliz, pero, como todo en mi vida, solo se desvaneció como una nube de polvo en la brisa de fin de primavera.

¡¡NO SE LO QUE PASO!! ¡Yo, enserio pensé que lo estaba haciendo bien! ¡YO LO AMABA! pero fue tan precoz que al final no hubo tiempo ni para volverlo a intentar; Pero ¿sabes? No me arrepiento de nada, no me arrepiento porque yo te di todo mi amor y tú no lo valoraste, yo te di mi corazón y te valió muchas hectáreas de ver%#$, yo me esforcé por hacerte feliz; y si me equivoqué… ¿Por qué no me dijiste en qué? ¿Por qué me bloqueaste en vez de darme soluciones? ¿Por qué no me dijiste la verdad? Espero que ese zapato que deje en tu casa, te haga tropezar, y te golpees tan fuerte para que recapacites tus palabras; ¡claro, te perdonaría!, pero ya nada sería igual, pero, al fin y al cabo, tu felicidad es mi prioridad.

No lo negare, me duele, me duele tu partida, porque o que yo sentía era real, muy fuerte y simplemente se apagó, por eso, ¡no te voy a odiar! ¡Ni tampoco voy a manchar tu nombre!... Quiero que seas feliz, y aunque yo no esté ahí para ti, desde lejos te protegeré, porque en el fondo de mi corazón ¡TE AMO! y ese sentimiento, será mi pecado y mi base, para construir un futuro más sólido para mí; ¿Y tú? Pues espero que cuando mires ese zapato, recuerdes que alguien te ama y siempre estará en las sombras para cuidarte.

Mateo Cardona 11°1

 

El camino de polvo blanco

¿Qué si recuerdo ese zapato? Claro que lo recuerdo, lo vestía la mujer más hermosa y elegante que he conocido, ella trabajaba para mí, era mi mejor trabajadora, tenía un buen corazón y eso la mató, era una dama la cual imponía su presencia, no de manera violenta u opresora, era como la de una madre protegiendo a los suyos dispuesta a clavar el puñal si era necesaria, caminaba en un ritmo perfecto y sin duda amaba estos tacones, siempre los llevaba, decía que ahí llevaba su corazón, que esa era la última prueba de la existencia de su amor el cual el cruel destino arrebato de sus brazos, recuerdo el primer día que llego a mi oficina, vestía los tacones pero su caminar estaba lleno de miedo, dijo que no tenía adonde ir y que tenía que sobrevivir como le fuera posible, la puse en una de las plazas de vicio de la ciudad y yo no esperaba que ella estuviera tan decidida, hasta al punto que se convirtió en la mejor vendedora que he tenido, elegante como un cisne y feroz como un dragón, una mezcla dura de encontrar en este mundo, ella sobresalía donde estuviera, ella tenía un gran instinto protector por lo que en su pandilla cada vez había más niños desamparados, pobres almas que se perdieron y estaban hundiéndose en la oscuridad, uno de esos chicos que rescato no quiso matar a una traidora de nuestra organización, como castigo decidimos matarlo, ahora viene la razón de su muerte, ella decidió defenderlos a ambos lo que consideramos que una traición directa a nosotros por lo que tome cartas en el asunto, fui un día a su hogar, ella me ofreció té, mientras servía el té le dispare, ahora que te veo bien, te me haces conocido ¿Acaso no eres…?

Tomás Pulgarín 11°1

Odio

Te odio si creíste que ese saludo fue muy poco formal. Odio todos los saludos, y que pocas veces sea capaz de responder con un “Hola” Porque casi siempre respondo con preguntas. Odio el sistema educativo mal empleado, y al colegio que se cree diferente por calificar con letras y tener un grupo de robótica, odio la robótica, odio a todo aquel que se crea mejor por comprenderla. Odio a los maestros y su falsa idea de que dejando una clase a medias me voy a sentir motivada y continuar su deber en mi casa con mi tiempo y por mis propios medios. Odio a mis compañeros, porque responden fastidiosamente a todo lo que el profesor pregunta y piensan que eso es intelectualismo, los odio porque según ellos aman la diversidad y respetan la libertad, pero siempre criticarán si el número de bocas a las que has besado no te cabe en las manos. Odio los besos, porque son malditamente asquerosos, odio las demostraciones de cariño y su hipocresía mal vestida, odio el vestuario y a toda la gente que cuenta los dedos alrededor de mi rodilla para decirme si mi falda es muy corta, odio las rodillas porque son feas y se hinchan, odio el dicho que dice: “Tras de gorda, hinchada”. Odio a mi abuela porque siempre perdona, odio el perdón porque es sinónimo de paz y la paz no existe, odio la filosofía porque cuestiona estupideces sobre mi existencia, me odio a mí por vivir, odio la vida por ser tan injusta, odio las injusticias porque nadie hace nada, odio la nada porque es la respuesta más facilista y el mundo más grande, odio este mundo porque está lleno de gente como yo, odio a todos aquellos que se parecen a mí, odio a mí porque fue la escala que nunca pude tocar en la guitarra, odio las guitarras y los mariachis de quinta que las tocan, odio el tacto y que la gente no se sepa tocar, odio la amarga realidad y toda su putrefacta ignorancia, odio la ignorancia, porque es sinónimo de felicidad, odio la felicidad y todas las películas tan utópicas que le sacan, odio las utopías y su lenguaje tan vacío, odio lo vacía que me siento, odio sentir, porque casi siempre es asco, odio las caras de las niñas ascosas cuando ven una rata por la calle, odio la calle y todas las veces que me raspé en su pavimento, odio el pavimento y todos los retrógradas obreros gritando piropos que son tan largos como los minutos que aguantan en la cama, odio las camas y que ninguna me guste, odio cuando alguien me gusta, porque siempre me cansaré, odio cansarme porque es igual a indignarme, odio indignarme porque no voy a parar hasta que todos me oigan, odio que me oigan, porque casi nunca me escuchan, odio escuchar porque el mundo sólo me grita incoherencias, odio las incoherencias y tener que analizarlas en lengua castellana, odio la lengua castellana y a mis ganas de vomitarle a la RAE, odio tener que escribir esas siglas en mayúsculas, ODIO LAS MAYÚSCULAS Y EL ESPAÑOL, odio el español y que me miren feo por decir groserías, odio a mucha gente que su existencia es una mismísima grosería, odio las lenguas y las traducciones, odio tener que hacer tareas de inglés, odio hacer tareas, lo odio como a nada en mi vida, odio mi vida, me odio a mí misma por creer que tengo vida y que es mía, odio los hombres posesivos y las mujeres que no ceden el puesto en el metro, odio el metro y la gente tan irrespetuosa, odio que esta publicación sea una propia falta de respeto y que no me arrepienta, odio el arrepentimiento porque eso te hace débil, odio las definiciones de vulnerabilidad y toda la mierda que implica, odio que el fin justifique los medios, odio los medios de comunicación y las falsas noticias, odio las noticias porque son amarillistas, odio el amarillo y que la gente crea que irradia no sé qué, odio que esas dos palabras lleven tilde y se escriban juntas, odio escribir una historia juntos, odio estar en compañía y ser tan obsesiva con las tildes, odio ser tan dura, odio lo dura que está la entrada a la universidad, odio la universidad y que lo simbolizan con éxito, odio el éxito y sus carreras encasilladas, odio las mentes cuadriculadas, odio las hojas milimetradas y los mil metros que camino para ir al colegio, ODIO ESTE ESCRITO PORQUE ES VACÍO Y REPETITIVO. ODIO PORQUE ES HUMANO Y SI TIENES SENTIDO COMÚN TAMBIÉN LO HARÁS.

"Odiar es querer sin amar. Querer es luchar por aquello que se desea y odiar es no poder alcanzar por lo que se lucha. Amar es desear todo, luchar por todo, y aun así, seguir con el heroísmo de continuar amando".

Y sí, odié leer “Infección” De Andrés Caicedo, si no se entendió por qué, vuelva a leer.

Sara Restrepo 11°1

 

La gran solitaria

Se dice que en el teatro de un colegio en aquella ciudad encantada, se escucha el taconeo de una mujer una noche al año: el día de la graduación. Aquella, se rumora, que se trata de Clara.

Clara, Clarita. Tan bonita que era, con su piel blanca y delicada como porcelana, una carita de ángel y un cuerpo de modelo, muy hermosa realmente. Se vistió esa noche (su noche) como ella quiso: su vestido largo blanco, maquillaje sencillo y aquellos horribles tacones que a ella le encantaban... Muchas de sus compañeras se rieron aquella noche por el atuendo que se puso, pero ella tenía tanta autoestima que poca importancia le dio; a Clara le encantaba ese vestuario y sobre todo esos tacones.

Llegadas las 8 ya se dio inicio a la graduación y esa misma fiesta que con tanto esmero todos habían trabajado para lograr. Clara no era la excepción, había tenido invitaciones para ir; sin embargo no le interesó ninguna de ellas. Llegó sola con su vestido largo y esos zapatos. Se quedó hasta las 2 o casi 3, y, igual a como había llegado se fue. Un gran error.

Medio alcoholizada trató de llegar a la puerta del teatro, eso habría sido posible si no la hubieran cerrado exclusivamente para ello. Varios chicos se le acercaron y le aclararon la situación: nadie sale de ese lugar o por lo menos no aquel día. Pero como se suponía, a Clara no le gustaría. Trató sin mucho éxito de abrirla a golpes, pero esos chicos la tomaron antes de algún resultado y la llevaron a un cuarto alejado.

Por supuesto que ya no se trataba de una fiesta, aquello venía con una situación ya diferente. Uno de ellos trata de tocarle los muslos. Pero Clara lo aparta, por lo que los otros dos la sujetan fuerte y allí se inicia aquella hoguera.

Clara gritaba y nadie la escuchaba, estaba sola en ello, muy sola. Pero tenía una "salvación" por decirlo de aquel modo: sus tan horribles tacones. 

Logró con mucho esfuerzo soltar una mano y tomar su tacón, son fuerza de lo inserta a su presunto violador en uno de sus ojos, claro que esto le logró ayudar a zafarse de él. Pero no de sus compañeros, que, sin la menor piedad, la tomaron bruscamente y la ahorcaron allí mismo en el lugar.

Clara no fue encontrada, incluso se tomó su caso por asesinato sin culpable referente. Pero aquel espíritu no descansó en paz y a los chicos los fue a buscar. Los asusta en cada festividad y a la graduación ella aparece para bailar. Aunque a veces también se lleva a varios estudiantes y poderlos asesinar

Así que, si algún día escuchas un taconeo inusual, ten cuidado, puede que ella te vaya a buscar...

Sofía Granados 11°1

Imagina

Estaba sobre mí, sentía sus asquerosas manos tocando mi cuerpo, sentía como se podía podrir cada parte por la que pasaba, sentía su aliento sobre mí, sentía su asqueroso olor.

Sentía impotencia, dolor, rabia, y a pesar de todo, fuerza, pero no física, ni buena, fuerza de querer matarlo, de querer que sintiera todo lo que me estaba haciendo. 

Asco, ganas de vomitar.

No quería ni salir corriendo, me sentía sucia, vacía, sin ganas de nada, con la dignidad mucho más abajo del infierno.

¿El infierno? Le quedaría diminuto a ese ser sin escrúpulos, sin alma. 

Luego me sentía mal, náuseas, vómito, mareos…

¡No! ¡Esto no podría estarme pasando! ¿Por qué?

Fui humillada, torturada, traumada, destinada a nunca más ser la misma mujer, no he dejado de soñar con él, que me besa, me toca, me escupe… 

Cuando salgo lo siento detrás de mí, pienso que me va acorralar, que me va a hacer lo mismo, lo sentiré de nuevo. 

¡El maldito delirio de persecución no me abandona! Nunca huye de mí.

Y ahora menos que crece dentro de mí un ser que él plantó en mí. 

¿Qué podría hacer después de una violación? 

Abortar…

Porque es producto de violación, porque es legal, porque es un feto y no siente, por no ver en su rosto después todo lo que él me hizo. 

Pero, con o sin un hijo siempre estaré marcada.

Tenerlo…

Porque no tiene la culpa, porque antes de ese suceso siempre soñé con ser madre.

Y ¿Si tal vez sea mi luz a través de toda esta oscuridad? 

¿Cómo le explicaría después que su papá es un violador?

Sea cual sea mi decisión no me juzgues, ponte en mis zapatos.

Sara Londoño, 10°2.

¿Los tacones tienen estereotipos?

Aquí estoy, de pie y con la frente en alto, en una tarima cumpliendo mi sueño de poder ser libre, de dejar a un lado los pinches estereotipos de mierda, los cuales son los que nos dividen y nos ponen un límite mental, hoy celebro una gran día, es la apertura de mi gran sueño, por eso cuando tengan hijos no los obliguen a hacer lo que no les gusta, que por que es niño tiene que jugar fútbol, que por que es niña le tiene que gustar las muñecas, dejen que sus ideas fluyan, quien impide que puedan cambiar el mundo con una de ellas, esto es para todos aquellos hombres y mujeres que se esconden detrás de una máscara, que han creado personalidades complacientes, pues no, libérense sean ustedes mismos sin importar las opiniones, has lo más simple, aléjate de las personas que te hacen sentir que eres difícil de amar, porque nunca es tarde, y el tiempo solo se acaba cuando la vida termina. Y hasta ese momento, siempre existe una posibilidad para todo, por eso las mujeres no son las que más sufren, o las que más lloran, por eso las mujeres no son las únicas que pueden utilizar tacones, jaja, todo es así de simple échame tierra y veras como florezco.

 

 Diego Vera Giraldo  10°2


Descalza

Nunca he sentido tanta ira, tantas ganas de gritarle a todos que ya quiero parar, no pretendo que nadie sienta lástima por mí, y realmente estoy cansada de que lo hagan, me pasó la mayor parte del tiempo descalza sobre un pequeño mueble haciendo ejercicios extraños, o sentada en la única posición en la que no se me genera ninguna clase de dolor, estoy tan cansada de todo esto y sinceramente me molesta el hecho de que todo el mundo me mire diferente en las reuniones familiares o que cuando salgo con mis amigas yo sea el centro de atención y no precisamente por ser la mejor vestida, las personas no han entendido que de cierta forma yo escogí estar descalza y así me quiero quedar, no pretendo hacer nada más por mi vida, creo que destruirla ya fue suficiente y no pretendo crear alguna clase de tristeza, al contrario, quiero que las personas sepan lo que se siente estar descalza en este mundo lleno de gente calzada, siempre he creído que soy diferente y ahora el mundo también lo ve así, quizás sea por mi aspecto físico, ya que hasta yo reconozco que en esta parte de mi vida no es precisamente el más agradable, pero yo lo decidí, yo he tomas todas las decisiones de mi vida sola, y justo en el momento en el que necesite de alguien para prestarme un zapato, seguí descalza y por eso estoy aquí sentada, muriendo pero feliz de estar haciéndolo justo como yo lo quería, no pretendía dejar de ser yo y aún lo soy y me causa un poco de risa como ahora todas las personas que supuestamente me rodean me ofrecen zapatos, y yo solo pienso lástima que ya no los necesite, lástima que ninguna de esas personas estuvieron ahí justo cuando me percate que yo podía comprarme mis propios zapatos ya era un poco tarde, pero qué más da, por lo menos ahora soy la chica anoréxica y descalza que está muriendo sentada en este sofá, y quiero que cuando todo el mundo mire mi foto diga “oh, ella decidió morir descalza” porque fue así, estoy muriendo pero demasiado agradecida con esas personas que no se molestaron en ofrecerme uno de sus zapatos, porque aprendí que descalza también puedo dejar una huella, y ahora descubrí cuál es la mía, por eso escribo esto para todas las personas descalzas, para que aprendan que todos podemos llegar a hacer nuestros zapatos y

no necesitamos de nadie, es una verdadera lástima que yo lo descubrí justo cuando ya estaban muriendo, pero lo importante es que aún puedo escribirlo y expresarlo, porque las personas descalzas también tenemos oportunidad de vivir como si estuviéramos calzados, y podemos escoger en que zapatos ponernos, donde y cuando, la vida es para eso, aprendí que podemos cambiar de zapatos y aunque yo cambié mis zapatos Chanel por estar descalza, por lo cual una persona normal me diría que estoy loca, también se puede estar descalzo y de repente decidir ponerse unos zapatos chanel y no hablo necesariamente de tacones, esto es todo lo que puedo decir, que morir no es tan malo, después de todo seré recordada como la chica descalza.

Camila Saldarriaga 10°2

EL CHICO DE TACONES

 

Escribo esto el 11 de septiembre del año 1845, me pregunto, estás aquí Por solo querer mostrarte al mundo tal cual cómo eres, una mujer en cuerpo de varón.

Tenía 14 años cuando llegó mi madre a casa y sacó de su bolso unos tacones, eran negros con un leve toque de color rosado en su puntera y una pequeña franja azulada oscura. Como siempre, comencé criticando y dije “que zapatos tan feos que has comprado madre” a lo cual ella me respondió “no son tuyos” pero lo que no sabría es que luego serían míos.

Los años pasaron, yo iba a la escuela como un niño normal y socializaba con los demás, pero notaba algo raro en mí, quería ser como ellas, no me sentía a gusto con mi cuerpo. Cuando llegaba a casa me ponía los tacones de mi madre, para mí en ese momento eran un juguete, pero después sería lo que marcaría mi vida.

Finales del año 1835, algo había cambiado en mí, la forma en la que socializaba, mi manera de vestir, especialmente mis zapatos, ya no era aquel niños que siempre tenía zapatos de cuero y botas, ahora llevaba tacones, mi alma había tomado mi cuerpo.

6 de enero del año 1845, era considerado como el monstruo o el chico de tacones, me llegó una carta que decía que me llevarían preso por ser diferente por expresarme tal cual como era, pasaron los meses.11 de septiembre subí a la azotea más alta de mi cuidad y miré hacia abajo, y salté.

Miguel Ángel Galeano 12°2

Nery Snow: mi historia

Soy Mery Snow, la dueña de los zapatos raros, horribles y tal vez tenebrosos que tienes en frente; hoy vine a contarte mi mayor y más vergonzoso secreto, y la razón por la cual estos zapatos existen y son tan importantes para mí.
Nací con una anomalía genética, en mi pie derecho carezco de la mayoría de mis dedos, toda mi vida solo tuve el gordo, el cual me da la estabilidad necesaria para caminar normal, y ser una persona normal, pero por lo visto, esta sociedad excluyente no lo ve así. El periodo de mi niñez fue bastante fácil manejar este “problema” pues los niños con su inocencia no me veían como un ser extraño como muchos lo hicieron en mi adolescencia, la cual fue la etapa más complicada de mi vida; por una parte mi madre siempre quiso que eso no me afectara y hacía muchas cosas para que yo me amara como era, ella siempre compraba mis zapatos y escogía específicamente los destapados, esos zapatos que mostraban al mundo mi gran deformidad, y por otro lado, todas las críticas y bromas que hacían sobre mí en la escuela me marcaron de por vida. Años después cuando tuve el poder para comprar mis propios zapatos no sentía que alguno fuese el adecuado ya que, como yo era una mujer diferente y rara, mis zapatos tenían que ser igual, entonces opté por diseñarlos yo misma y contratar a un zapatero que me ayudara hacerlos realidad.

 

 
Llegó por fin el día, ya estaban listos los zapatos, recuerdo que ese día marcó una diferencia en mí, eran tan perfectos, unos zapatos de color negro que representaban totalmente la oscuridad de mis pensamientos malvados, fruto del rechazo de una sociedad poco incluyente donde la perfección de una persona es dictada por prototipos generados por los medios que no dan pie a la imperfección; con una punta cerrada para ocultar mi mayor defecto, pero un poco destapados en el medio con el fin de pasar desaperciba; contenían un tacón medio alto y grueso que me daba esa altura y soporte que durante muchos años me arrebataron; también tenía unas correas que lo cruzaban en representación de todos esos pensamiento que me ataban y no me dejaban aceptarme, acompañadas de una hebilla que permitía asegurar las correas así como mis sentimientos y una cremallera en el lado izquierdo que al introducir mi pie y subir el deslizador encerraba mi opresión y por fin me sentía segura. 
Si estás leyendo esto es porque estoy muerta, fui directora de una institución en el año 1981, una directora demasiado malvada, una bruja, arpía, y déspota mujer, pero con los más maravillosos zapatos que nadie nunca tendrá.

Mariana Tamayo 11°1

Zapatos blancos

Todas las mañanas a las 4:00 A.M repetía la misma rutina, me despertaba y me estiraba aún entre las suaves sábanas de la cama, seguidamente entraba mi hermana para dejarme él desayuno despidiéndose con un fugaz “buenos días” y azotando la puerta con fuerza, nunca entendí porque lo hacia pero tampoco me interesaba tanto para indagar en el tema, una vez el silencio reinaba nuevamente, agarraba la taza de chocolate y miraba por la ventana, tan puntual como siempre el chico de zapatos blancos relucientes de limpieza pasaba corriendo a la misma hora, 4:15 a.m., siempre con ropa cómoda para sus prácticas de ballet y con una expresión de felicidad plasmada en el rostro la cual demostraba lo apasionado que estaba por lo que hacía. 
Hace un año que me cambie a esta habitación, y hace un año exactamente que lo veo pasar a la misma hora, es parte de mi rutina diaria, y me embarga la felicidad cada vez que lo veo. Sin embargo conforme pasa el tiempo algo cambia, un año, dos años, tres años, seis años y todo parece torcerse. Ya no pasa a la misma hora, siempre va tarde corriendo mientras tropieza con todo a su paso, su expresión de felicidad se ha esfumado dejando paso a un gran abatimiento y cansancio, su cabello desordenado y su piel pálida, pero lo que más resalta de todo son sus zapatos, rotos y sucios, tan desgastados como su pasión por el ballet. Llega a tal punto que una mañana lo observo sentado en el marco de mi ventana, parece pensativo y prefiero no llamarlo, a continuación lo escucho gritar con desesperación y romper todo a mi alrededor, no me inmuto a pesar de que un desconocido está destruyendo todo. Una vez se calma agarra los zapatos “blancos” que están bajo mi cama y los arroja por la ventana, pero al darse cuenta de su acción palidece más, si eso es posible, y dirigiéndose a la puerta con paso apresurado se detiene abruptamente frente a ella, gritos, alguien grita su nombre de manera brusca exigiendo que deje de holgazanear y se ponga a trabajar de inmediato, entre insultos y exigencias él muchacho se aleja de la puerta, la cual se estremece con violencia, y mirando sus piernas se encamina a la ventana sentándose en
el borde de esta, murmura algo entre dientes y me mira directamente a los ojos, en ese momento se lo que debo hacer y sin perder tiempo le ruego “rómpete una pierna”, eso es suficiente para que apoye la tibia en el marco de la ventana y al bajarla con fuerza solo escucho el crujir de un hueso y el desgarrador grito de dolor. Entonces la tasa cae al suelo rompiéndose en mil pedazos y me doy cuenta de algo, no pueden obligarme a bailar más, tanto él como yo carecemos de responsabilidades, ya nadie nos gritara exigiendo resultados o recalcando nuestras falencias, destruimos nuestros sueños para ser libres, él es libre, yo soy libre, él es yo hace 6 años.

 

Daniela Pitalúa Puente 10°2

primero, Ponte en mis zapatos

Pase 15 años de mi vida encerrada, sin poder hacer lo que quería, sin poder hacer nada sin regirme de un horario y unas reglas, vigilada, presionada y dirigida por personas de alto rango, no podía visitar a mi abuelo cundo quería, sino cuando me lo permitían, pero ¿saben que es lo más curioso? Que muchos de ustedes pensaran, o les rondara la idea, de que, estuviera hablando de una cárcel, pero no, lamentablemente, en eso fue que se convirtió mi vida.

Quiero contarles lo que he tenido que vivir, para que puedan entender el porqué de mis decisiones; a mis 12 años de edad, murió mi abuelo, la persona con la que vivía y se hizo cargo de mí en la infancia, era la única persona que tenía, nos habían abandonado a ambos, en sí solo nos teníamos a nosotros, así que hicimos hasta lo imposible por mantenernos en pie; mientras estudiaba, mi abuelo buscaba como ganarse el pan de cada día, pero tanto esfuerzo lo derrumbó poco a poco, veía como sus ojos se marchitaban y apagaban cada vez más, hasta que una mañana, al darle los buenos días, me percaté que ya no estaba conmigo, no supe que era lo mejor por hacer, estaba desesperada, me encontraba llorando en mi cama, pero, lo recordé, recordé aquello que tiempo atrás, él me había hecho prometer con lágrimas en sus ojos, “hija mía, si te llego a faltar, vete y encuentra una vida mejor”; y pues, eso hice, o bueno, eso trate de hacer, pero terminé sometida a la presión social, por conseguir una “mejor vida” acabe con la que apenas tenía.

Después de 15 años, trabajando en tres lugares diferentes, día y noche, pude conseguir el dinero suficiente para desaparecer, de todas formas, no tenía a nadie, no había una persona que me esperara en casa, ni tenía una casa, entonces, ¿por qué no hacerlo? No tenía nada que perder, ni a nadie, así que sin decir una sola palabra, desaparecí. Veo mi celular como se llena de mensajes, reclamándome por no ir al trabajo, preguntando donde me habré metido, e insultándome por convertirme en una irresponsable buena para nada, a ninguno le preocupo si estaba bien, solo les interesaba, lo que debía cumplir, con mayor razón, destrocé mi celular y lo lance lejos, para que nadie nunca pudiese localizare.

Viviré desparecida, aquí y allá, disfrutare de los placeres que me brinde la vida y gozaré cada minuto al máximo, porque me lo merezco; no les preguntaré si lo que hice está bien o mal, porque si no te has puesto en mis zapatos, sino has vivido y sufrido como yo, realmente tu opinión no me interesa.

Ana Sofía jiménez del grado 10°1