Cuando se trata de extrañar lo cotidiano

Viernes 13, nada de agüeros, nada de supersticiones, creencias absurdas, eso pensaba, sería un día normal como cualquier otro. ¡Pero qué sorpresa! Viernes 13 de marzo del 2020. Una fecha para no olvidar, ese día nos cambió la vida a todos sin saberlo, era el último día que nos veríamos en mucho tiempo por el colegio, el último día que nos abrazaríamos, reiríamos, tomaríamos de la mano y nos saludaríamos y despediríamos de beso...

Cosas cotidianas que hoy me faltan, estar cerca de todos, poder abrazarlos, las conversaciones, los chistes, las bromas, los juegos, la rutina del día, ir en la ruta, estresarme por una evaluación, la adrenalina de las exposiciones, los regaños de los profes, las explicaciones de ellos que hoy desde este nuevo reto de la virtualidad extraño aún más.

 

Ahora hay incertidumbre, días de miedo, no saber esto cuándo terminará y confiar en Dios que salgamos bien de todo.

Saber que tantas personas mueren cada día en el mundo, que se siguen contagiando y parece una historia sin fin.

 

Pienso en las problemáticas de las familias no sólo las de escasos recursos sino en todas las que atraviesan situaciones de desempleo, de hambre, de violencia, de abusos que antes se camuflaban entre la rutina y los afanes del día. Ahora quedamos al descubierto, ahora entendemos la diferencia entre casa y hogar, entendemos lo valioso de la construcción de la familia, del tiempo y del amor.

De esto he aprendido a valorar las pequeñas cosas, a no posponer, a saber que todos los días son una fecha especial, a cuidar más de los abuelos, a entender que lo que antes era rutina hoy me hace falta, a tener fe y esperanza sabiendo que nada dura para siempre, conocemos quienes realmente se interesan por nosotros, quienes son verdaderos amigos y a quienes se les caen las caretas y si tenemos conciencia y hacemos lo correcto tal vez volveremos a nuestras vidas siendo mejores personas.

José Gallego 10-3