Historia de una fotografía

De nuevo, en la intención de cumplir con un reto, con una responsabilidad, en la intención de plasmar, pero hay una ligera diferencia en este instante, no sé cómo iniciar, probablemente por eso lo postergué durante este tiempo, ¡necesitaba inspiración! Al menos una chispa que me permitiera cumplir con la labor, y la encontré, revisando mi galería, encontrando una foto, la foto que marca el principio del fin y como el leer fue la única prueba de aquella serie de acontecimientos que marcó el fin de una enseñanza, de una amistad, de una rutina.

El 15 de marzo, corría contra la frialdad y palidez del viento mañanero, me dirigía con retraso a lo que sería mi último día de asistencia a un curso que se había convertido en mi gustosa rutina cada domingo, un curso que se había convertido en excusa para volver a mi capricho de alegría , para volver a saludar a esas personas que con el pasar de una historia tejida entre nuestras sonrisas y aspiraciones de libertad se habían convertido en mi lugar feliz, pero ese sería mi último día, mi última sonrisa rutinaria con ellas, apenas comenzaba el día y la nostalgia me invadía siendo reemplazada ocasionalmente por la prisa y angustia ¡ iba a llegar tarde al último día!, levanté mi mochila, y casi que encontrando una salvación a mi angustia, casi que como un stop en el tiempo, un respiro a la prima, la nostalgia, la ansiedad y frustración, simplemente comencé a leer, casi llegando a mi destino el sol resplandeció de manera extraordinaria por la transparencia de aquel bus, rayos de sol que daban a mi ser una necesidad de conservar ese momento, curioso es que al tomar una foto, congelé ese momento, congelé mi lectura, mi ansiedad, mi contante sensación de lo que fue y de lo que termina , congelé en el tiempo el inicio de un día que daría fin a muchas cosas, ¿quién diría que ese rayo de sol daría lugar a aquel recuerdo, a aquella foto?, esta no es más que la historia de una foto, de la foto del momento en la cual el leer me curó, porque al final del día solo deseaba quedarme un rato más, en la estructura de esa sede habíamos marcado historia, en la sonrisa de aquellas personas escribimos nuestro nombre, al final de los últimos abrazos quedaba un pedazo de letra que formaba una historia, porque al terminar el día solo éramos libros con la esperanza de haber marcado historias en trama del otro, porque con ese atardecer , con la puesta del sol surgió de la nada, del todo, de los versos, de las risas, de la falta y de la sobra la sensación de aquel “adiós” a todas esas personas que ya extrañaba , creo que ahí entendí cuanto se extraña a alguien cuando tienes la duda de si volverás a verlo, con esa sensación, con el ruido y la pena, regresando a mi casa con tantos recuerdos haciendo eco en el resentimiento de un “te extraño” solo tomé mi libró y leí, mitigué el ruido, y momentáneamente me concentré en algo más y estuve más tranquila solo con leer; ahora veo la foto de aquel día y recuerdo aquel día, la sensación de leer con ruido en la memoria.

- María Isabel López Patiño 10-3